Arcos

Morales da una lección implícita de filosofía en el pregón navideño

Fue una sucesión de vivencias y sentimientos en torno a la familia, así como un torrente de naturalidad

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  • Pregón oficial de Navidad. -

La tarde se torna en lluviosa y deja los peores pronósticos para una noche de reencuentros a las puertas del teatro Olivares Veas… Es la primera imagen de una ya noche de paraguas y de resbalones en el empedrado suelo del casco antiguo. Pero es noche de pregón, con el que Arcos anuncia su Navidad. Y en Navidad, ya se sabe, pueden surgir milagros, entre ellos la inmensa alegría que supone la asistencia del poeta Antonio Murciano, a quien el otoño se le resiste en su pulso con el verso. Los veinticinco componentes de la coral Virgen de la Escalera regresan tras dos años a la ciudad por la que siempre han sentido una predilección especial. Tras un breve ensayo, comienza su actuación con los villancicos de siempre. El público guarda un gélido silencio. Es la antesala del acto convocado por la Asociación de Belenistas La Adoración, donde nunca faltan detalles.


Como solo da fe quien tiene conocimiento de las cosas, las palabras de la escritora y exalcaldesa Pepa Caro fueron el mejor entrante para presentar a su amiga del alma y pregonera este año de la Navidad arcense, Paqui Morales Yesa. De la también exconcejala y compañera del club de lectura  Cómpeta, reviviría sus recuerdos desde la adolescencia hasta sus años como jefa de gabinete de Alcaldía, pasando por los años gaditanos de universidad… Pero, sobre todo, Pepa Caro redescubrió ante el atril a una amiga leal en la mayor acepción de la palabra y a una mujer sencilla, de sonrisa siempre abierta y amable, culta por derecho, incansable en el trabajo y como madre de dos brillantes estudiantes, amén de esposa feliz y amiga de sus amigas, “belenista anónima” y vecina de su querido Barrio Bajo. Fue, en grandes rasgos, la sincerísima exposición que Pepa Caro hizo de la pregonera, a quien tuvo que abrazar en el momento del relevo. 

Después de los agradecimientos de rigor, Paqui Morales comenzó hablando de la propuesta que le trasladó el poeta Pedro Sevilla para pronunciar el pregón, lo cual acabó aceptando no sin las dudas lógicas que a cualquier persona sensible asaltan. Se trataba, sencillamente, se hablar de su Navidad, la que ha vivido en familia y en su corazón… Tras enfrentarse a un folio en blanco en una tarde lluviosa, le asaltaron los primeros recuerdos que enmarca en la casa de sus padres y en los olores propios de la época, entre los que no podía faltar el de los pestiños: “Con este significante reparto, aprendo lo que es la generosidad y el agradecimiento. Nunca he olvidado la sonrisa y la benevolencia con la que don Manuel me agradecía el gesto…”, recordaba la pregonera al médico de la familia cuando degustaba el exquisito manjar.

Inteligentemente, la pregonera fue sacando una conclusión vital de cada mínima experiencia navideña en su relación con su entorno; recuerdos de  sus amigos del Barrio Bajo, del Movimiento Júnior, de su parroquia de María Auxiliadora y de las fiestas en los patios, de las aspiraciones nobles de los jóvenes y su tarea maternal: “A lo largo de todos estos años de madre, he seguido la tradición y he montado mis propios belenes; empecé por el mueble del salón, ahora más moderno, después copié, ni por asomo, a los belenistas, y utilicé pequeñas cajas de cartón para las escenas; una veces quise que fuera blanco y lo endulcé con azúcar; otras, con papel de aluminio le daba un toque de vanguardia. En los últimos años ha alcanzado unas buenas dimensiones fruto de la dimensión que trae la nostalgia. Utilizo una viejísima puerta sobre dos borriquetas que Manolo, mi marido, baja de la buardilla al salón y, para que me inspire, pone música a mi vida y a nuestra casa. Entro en acción. Para no olvidar mi infancia, empiezo por las carreras. Salgo al campo para buscar el verdín porque ya no tengo azotea, pero sí el mismo sobresalto en el corazón. Al campo le cojo prestado algunos leños, antiguos, primitivos, de algún siglo, desprendidos del alcornoque”.

Así narraba la pregonera el ritual del montaje familiar del belén, mientras huele a las chimeneas de las casas de los vecinos. Paqui tuvo palabras para la Virgen María: “María, tierra, arca, alianza, Eva redimida, niña sin pecado original, inmaculada, adolescente latente, llena de gracia, esposa, exiliada, madre angustiada si se le pierde su hijo, buena anfitriona que no falte el vino en ninguna boda, viuda doliente, madre dolorosa, que ninguna madre debe ver lo que es contra natura…”. Y antes de concluir, un guiño al Niño Jesús tras montar, como si fuera una frivolidad,  el árbol de Navidad: “Pero mis pensamientos vuelven a venir a ese Niño Dios que se hace pequeño por nosotros, y con ese pequeño acto de amor empiezo a sentir la Navidad en mi casa…”.  Casi para terminar, la pregonera recordó algunas experiencias navideñas vividas como consejera política, desde las interminables buñoladas con los vecinos hasta la asistencia a zambombas con los grupos de mujeres. Mención especial al año en que fue elegida rey mago del Barrio Bajo de la mano de la asociación vecinal: “Tuve que bajar a caballo desde San Agustín al Barrio Bajo. Confieso que estuve varias noches sin dormir; me encomiendo a todos los santos de San Agustín y al alcalde perpetuo, al Nazareno…”. “Lo único que esperé aquella noche es que los magos llegasen de verdad a cada casa del barrio y que, por Dios, trajesen lo que a nosotros nos habían pedido. Esa noche lloré y recé porque no quería ningún niño pobre para mi barrio. Todos habían sido buenos e inocentes, y hubiera dado cualquier cosa por tener un poco de aquella magia…”. Precioso.

Paqui Morales, en la recta final de su pregón, sintetizó sus vivencias con una lección de filosofía, de esa que marca la vida de las personas: “Hoy se trataba de recordar, de traer a la memoria todo lo aprendido, revivir lo que me enseñaron, compartirlo con alegría con todos vosotros porque Dios ama a los que dan con alegría. Tienes alegría cuando has compartido una infancia con tantos hermanos, y te enseñaron que todo es de todos, alegría cuando respetas a tus padres…”. “Tienes alegría porque hay muchas cosas más buenas que malas en este mundo, alegría porque ese Niño ha nacido para nosotros y para iluminar nuestra existencia. Lo que sé lo he aprendido del corazón y con el corazón he recordado. Con el corazón os digo que hoy no pido grandes cosas, que a veces bastan pequeños gestos para si no cambiar el mundo, sí hacer mejor lo más cercano. Que nuestro Dios sea nuestra conciencia, que no seamos indiferentes porque alguien puede necesitar de nuestro consuelo. La luz del camino está encendida, la verdad dicha. Vuelvo a tomar al Niño Jesús en brazos y, muy bajito, le pido alegría, paz, luz y amor para todos los vecinos y vecinas de Arcos”.

Al reconocimiento a la pregonera le siguieron las palabras del alcalde de la ciudad, Isidoro Gambín, quien felicitó las fiestas a los vecinos y reivindicó las tradiciones de su ciudad. De nuevo, las cálidas voces de la polifónica Virgen de la Escalera, de Rota, pusieron aterciopelado fin a una gala navideña que incluyó, como anécdota, la particular versión de los intérpretes de villancicos publicitarios de toda la vida: ‘Las muñecas de Famosa’, ‘El Lobo, qué buen turrón’, ‘En estas navidades, turrón de chocolate’… En fin, para deshacerse.

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