Andalucía

?Denunciar debe ser el paso siguiente a estar en la casa de acogida?

Una mujer maltratada necesita apoyo para comprender qué es lo que le está ocurriendo y utilizar las mismas herramientas con las que soporta el maltrato para salir adelante sin él. Es la experiencia de Ana Bella y la que marca el camino y el trabajo de su fundación.

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
  • Ana Bella Estévez. -
  • "Muchas aguantan por los hijos, pero ¿qué valores les estás transmitiendo, dejar que te humillen?"
Dar el paso es difícil, pero se puede. El 80% de las mujeres maltratadas no denuncian y no encuentran cómo salir del círculo del maltrato. Desde la superación, la Fundación Ana Bella ofrece apoyo a esas mujeres, antes incluso de que denuncien, porque escucharlas y hacerles entender que pueden cambiar su vida, es el primer paso para dejar de ser víctima de violencia de género. Se puede porque la propia Ana Bella Estévez pudo hacerlo.

—Ser víctima deja de ser algo negativo para ser positivo en vuestro trabajo, ¿por qué?

—Estaba harta de ver en la tele mujeres maltratadas con cardenales y cicatrices. Si estoy en mi casa siendo una mujer maltratada, piensas “¿para qué voy para acabar como ella?”. Ahora, si damos el testimonio de mujeres como nosotras, que hemos salido, tenemos una vida nueva, hemos dejado el miedo atrás, puede influir mucho más en todas las mujeres que no denuncian, que es sobre las que actuamos. No queremos duplicar recursos, somos mediadores con la administración, aunque no se nos reconozca ni con dinero ni con nada y hagamos el trabajo que no hacen las administraciones.

—¿Cómo se sale del maltrato?

—Es muy difícil. O te pasa algo muy gordo o alguien te coge de la mano y te saca. Si no, te quedas ahí toda tu vida. Él te come el coco, te aisla, tu mundo se reduce a él. Y tu autoestima está por los suelos, porque se ha encargado de decirte que sin él no vales, aunque a veces lo hacen camuflado con la amabilidad…
—Como si te estuviera haciendo un favor...

—Exactamente. Te dice “no vayas por la cerveza que no te van a echar cuenta porque hay mucha cola y ya voy yo” Qué amable, pero al final, tú eres una inútil. Es muy difícil detectarlo. Lo más importante es ayudar, sobre todo a las niñas, a que detecten estas cosas cuando empiezan una relación.

—El trabajo en prevención es fundamental.

—Que tengamos tres viviendas de acogida, que hayamos creado una empresa y que el año pasado diéramos trabajo a 22 mujeres, es importante. Pero la labor de revolución social hacia la igualdad para evitar la violencia, es el trabajo más duro.
—¿Ves que hay mucha desigualdad real entre los jóvenes?

—(Abre los ojos y asiente con la cabeza) Damos charlar en los institutos y hay muchas niñas concienciadas, la teoría se la saben, pero cuando se enamoran... Las hay que no van a excursiones porque no les deja el novio y la mitad de los niños de la ESO piensa que la violencia de género está justificada en algunos casos.
—Eso es un problema de educación.

—Claro y mucho. Antes me preguntabas por el testimonio positivo: después de haber sufrido esa violencia durante once años empecé a pensar porqué había aguantado. La gente te dice “es que a mi me pega un bofetón y me voy”... pero no es tan fácil.

—Pero hay que hacerlo…

—¿Y por qué he aguantado? No me gusta fracasar y he intentado que la relación siga adelante. Tenía un nivel de tolerancia muy alto, otras no lo toleran. Mucha capacidad de sufrimiento y aguante del dolor. He sabido mentir muy bien, he tenido inteligencia para ocultar lo que pasaba. Y dije: todas esas herramientas las puedo utilizar para comprarme mi casa, buscar trabajo y hacer una vida positiva. Y como me sirvió, le puede servir a otras mujeres.

—Y es cuando decides montar la fundación.

—Para devolver la ayuda que me dieron y porque pensé “como pasen de moda las mujeres maltratadas, no va a haber más ayudas”. De ahí partió la idea de hacer una organización que siempre esté ahí y que ayude a las mujeres víctimas de violencia de género, sobre todo a las que no denuncian. Porque sin denuncia, no entras en una casa de acogida y sin sentencia no hay ayudas. Denunciar debe ser el paso siguiente a estar en la casa de acogida. Tenemos tres viviendas de apoyo y ahora vamos a abrir una en Extremadura. Les buscamos trabajo, con un premio de Cajasol montamos la empresa Servicios Integrales Solidarios, de servicio de limpieza, de catering solidario y vendemos productos de comercio justo, todo lo que nos va saliendo. Y ofrecemos asesoramiento, abogados, hasta por internet conseguimos que una mujer viniera a la casa de acogida... Y el Programa Amiga, una amiga para todas las mujeres que se han quedado sin red social de apoyo, porque el maltratador se queda con todo y como digas que eres maltratada no te contrata nadie.

—Una lacra más...

—Sí, es mejor ocultarlo. Es muy importante que las empresas se conciencien de que las mujeres víctimas tienen muchas cualidades, que hemos pasado por eso por todas las cualidades que tenemos.

—¿La capacidad de aguante es una cualidad?

—Sí, pero con unos límites que ya sabes cuando haces tu reconstrucción personal, dónde está tu dignidad como mujer, como persona, cuál es tu espacio personal. En los tiempos de crisis, los que más aguantan son los que salen adelante, lo que pasa es que no aguantan en el sentido negativo sino en el positivo.

—Pero tenías formación, ¿no?

—Terminé COU con matrícula de honor pero mi ex marido no me dejó entrar en la Universidad. Y hay mujeres que abandonan sus trabajos por el de sus maridos. Yo veo ahí maltrato, es desigualdad…

—Y te condiciona toda la vida...

—Y muchas aguantan por los hijos, pero ¿qué valores les estás transmitiendo, que tienes que aguantar, dejar que te humillen? Por eso les recomiendo que no aguanten por los hijos aunque tengan miedo de salir a la incertidumbre. Imagínate lo importante que es darle el ejemplo de que puedes salir adelante, que tienes capacidad para empezar una vida nueva.
—¿Y tus hijos?

—Lo mío ha sido difícil, incluso el chico dijo en el juicio que lo había abandonado durante seis meses, cosa que es mentira. Pero fue el que me dijo “mamá, ¿puedes venir a clase a explicar lo que tú estás haciendo?”. El ejemplo vale más que las palabras, ahí hay que leer entre líneas.

—Supongo que tu familia te apoyó.

—No tuve que decir nada, sólo llamar, mi gente lo sabía, lo que pasa es que no intervienen. Mi padre me veía seria y le decía que era el trabajo, mi hermana me veía cardenales y le decía que mi hijo era muy bruto. No les culpo pero me duele. Y la labor de una amiga es muy importante, que te diga lo contrario que dice él. Si ves lo que le está pasando, que no puede reaccionar, llámala aunque te diga que no. Porque cuando te vas... yo estuve en una casa de acogida y me sentí libre, podía comer pipas, leer libros... Y ese mismo día dije “he hecho bien”.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN