Palabras extrañas y raras, discursos interminables y aburridos, actitudes ridículas y absurdas nos dibujan, en demasiadas ocasiones un panorama, en el que los personajes estrafalarios, nos gustaría convertirlos en invisibles con la pretensión de no verlos y negar su existencia.
El mundo de la ridiculez se sostiene y da cobertura a hechos que no nos ofrecen garantías, y que en la mayoría de los casos son excusas para ocultar nuestras carencias y maquillar nuestra ausencia de ideas y argumentos, entre lo grotesco y lo extravagante.
Rutinas repetidas, que resultan ser bufonadas y dan una imagen caricaturesca de nuestra ausencia de encontrar oportunidades. Pregonar lo que nadie ve y nos provoca desconfianza, como el tantas veces repetido “la luz al final del túnel” o el “te lo dije.”
Las rarezas de lo próximo y las excentricidades de lo lejano, albergan todo lo que queremos y detestamos, y nos abre y nos cierra el mundo que queremos descubrir como si fuese una puerta encantada, detrás de la cual intuimos misterios por desentrañar.
Resulta irrisorio ver a algunos responsables públicos, queriendo explicarnos todo aquello de lo que no tienen ni la menor idea, anunciando y prometiendo cosas que saben con toda seguridad que no van a cumplir, y presumiendo de transparencia en sus conductas cuando sus comportamientos son oscuros y opacos.
Manejar los peores números como si fueran milagrosos, cuando son las peores cifras, no son solo una mentira sino una estafa y una tomadura de pelo, que solo siembra la desconfianza. Si queremos avanzar sin hacer el bufón y caer en la extravagancia, hemos de hacerlo en un equilibrio entre la tradición y la modernidad.
Estar siempre en las comparaciones, es caer en los agravios y viendo demonios por todas partes, que resulta chocante y estrambótico, y es la viva demostración de la carencia de objetivos y estrategias y la obsesión de culpar a los otros de nuestras incompetencias.
Y en este mundo en el que las insensateces, ridiculeces e irresponsabilidades abundan, hay cosas difíciles de entender, así el año 2021 nos ha traído una subida del gas cercana al 6%, un aumento del IVA de los refrescos y un incremento de las pensiones y los sueldos públicos de un 0,9%, mientras el salario mínimo comenzó el año congelado en 950 euros brutos mensuales. Eso si entró en vigor la ampliación a 16 semanas del permiso de paternidad y se equipará al de la madre.
Seguiremos sin encontrar respuestas a determinadas preguntas, cuyas realidades nos pueden llevar de lo inconcebible a lo indefendible. Se han preguntado ustedes porque nuestro Planeta, lo llamamos Tierra, si tres cuartas partes del mismo son agua o por qué “separado” se escribe todo junto y “todo junto” se escribe separado.
No han observado ustedes, lo ridículo que resulta que apretemos con toda nuestra fuerza los botones del mando a distancia de la televisión cuando sabemos a ciencia cierta que se ha quedado sin pilas o por qué le hablamos alto como si estuvieran sordos a algunos extranjeros en lugar de hacerlo en su idioma, aunque tendríamos que explicarle algunas cosas de nuestra semántica, ya que, si ordinario es sinónimo de vulgar, por qué extraordinario no significa muy vulgar.
Espero que alguna vez nos expliquen cual es la razón de que contemos ovejas para dormirnos y nadie nos dice que es lo que cuentan las ovejas, ¿seres humanos?. Cierto que el mundo de la ridiculez es insaciable, sino no tendríamos ojos de gallo en los pies y patas de gallo en los ojos.
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