“Desde anoche nos acompaña la pregunta por el ¿por qué?”, dijo el presidente de la Federación Alemana de Fútbol, Theo Zwanziger.
Ni en la selección alemana de fútbol ni en su club, el Hannover 96, hubo nadie que intuyera la difícil lucha que libraba Enke al menos desde 2003 con la depresión.
Por eso, su muerte, tomó por sorpresa a casi todo el mundo. Se sabía que Enke, en 2006, había sufrido un duro golpe tras la muerte de su hija Lara, a los dos años de edad, por un problema cardiaco congénito.
Sin embargo, casi todos pensaban que Enke había superado ese revés y él mismo había dicho que la adopción de otra hija, Leila –que tiene actualmente ocho meses– le había devuelto la alegría de vivir. Ayer su médico, Valentin Makser, y su viuda, Teresa Enke, revelaron la larga lucha contra la depresión que libró Enke y que terminó perdiendo el martes al lanzarse contra un tren en un barrio de Hannover.
Enke había estado por primera vez en tratamiento en 2003, después de su paso por el Barcelona y el Fenerbahce, que había generado en él un miedo patológico al fracaso.
Ante todo su experiencia en el Fenernbace, equipo que abandonó tras el primer partido en el que los aficionados le lanzaron diversos objetos y lo abuchearon, fue determinante para él.
En una carta de despedida, según Makser, el jugador pidió disculpas a su familia y a quienes habían tratado su enfermedad por haberles ocultado en los últimos días su verdadero estado para poder adelantar sus planes de suicidio.
Su muerte ha provocado la suspensión del partido que Alemania iba a jugar con Chile.
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