El Loco de la salina

La familia del 'guay'

Me imagino que el escultor ingresará pronto en este manicomio o se tirará por cualquier ventana.

Publicado: 21/09/2020 ·
14:44
· Actualizado: 21/09/2020 · 14:44
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Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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El Ayuntamiento, en un repentino ataque de modernidad, ha retirado de manera fulminante la escultura dedicada a la familia que estaba en una de las rotondas de la carretera de Camposoto a la altura de la Milagrosa.

El grupo escultórico ha permanecido allí desde 2003 hasta que alguien ha sido iluminado y ha caído en la cuenta de que la familia es otra cosa bien distinta como para estar representada solamente por un hombre, una mujer y un par de niños. Para colmo el hombre fue por tabaco. De modo que le han dicho al escultor sevillano que la hizo que las cosas han cambiado, que rectifique su forma de pensar y que le pegue un vuelco a su retrógrada idea de hombre neolítico. Le han dicho que se quiere una glorieta más pequeña que facilite la circulación, pero por otra parte se le pide que meta un montón de gente en el grupo. Con otras palabras, le piden que haga un círculo cuadrado.

Me imagino que el escultor ingresará pronto en este manicomio o se tirará por cualquier ventana. Los locos vemos que alguien bastante guay ha decidido que aquello no representa a la familia del siglo XXI, sino solamente a la tradicional de un pasado a olvidar cuanto antes.

El guay dice que para representar a la familia de modo completo y a tope habría que colocar allí lo siguiente: la clásica pareja de hombre y mujer casada por la Iglesia con el cura de toda la vida de Dios, otra pareja también de hombre y mujer casada con el amigo concejal, otra pareja de hombre y mujer rejuntada y que va a su aire, otra pareja con hijos, otra sin hijos, otra con familia numerosa, otra pareja de homosexuales sin hijos adoptados y otra con hijos adoptados, una figura monoparental hombre, otra figura monoparental mujer, el padre soltero y la madre soltera con y sin hijos, el de la moto…

Y como el grupo escultórico que había allí no abarcaba toda esta diversidad de familias que hoy se dan, pues se quita de en medio y se le esconde en cualquier sitio retirado, porque es que al guay le da vergüenza contemplarlo tal como está. Pero desde luego es seguro que se van a multiplicar las dificultades para representar tantos casos en una glorieta que se pretende sea más pequeña. Además, en tiempos de pandemia se debería evitar estas aglomeraciones porque aquello va a parecer más un botellón que una familia normal. Y dicho sea de paso, el escultor tendrá que ponerles a todos sus mascarillas, con lo que perderán mucha expresividad.

Seguramente el ideólogo de esta cosa es el mismo que el de los semáforos donde aparece primero el niño y detrás la niña. Y no hay derecho, porque no se respeta la igualdad. Habría que ponerlos uno arriba y otro abajo, aunque queda por saber cuál iría arriba y cuál abajo. Me está doliendo la cabeza de darle vueltas al problema. Aquí pensamos que si el autor sevillano acepta hacer el cambio, es porque se ha tenido que producir en él una transformación intelectual de categoría.

No sabemos qué hará, pero lo que está claro es que San Fernando camina con paso firme por la senda de la modernidad adelantándonos incluso a un futuro en el que ya no habrá ni sexo, ni seso, ni siquiera ganas de pensar, por no emplear otro verbo más clarito. ¿Entiende ahora usted que suele leer estas líneas por qué me disgusta estar encerrado en este manicomio mientras otros peores que yo andan sueltos por la calle? Pues eso.

 

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