Las universidades públicas andaluzas han acordado con la Consejería de Economía, con competencias en política universitaria, un documento marco de once páginas que sirva de referencia a los Rectorados a la hora de planificar el fin de este curso y el comienzo del próximo. En dicho documento, las universidades se decantan por mantener el calendario académico previsto de manera que los estudiantes puedan “cursar las asignaturas en las que están matriculados y ser evaluados en las fechas previstas en el calendario académico, sin sufrir retrasos en la terminación del presente curso académico o tener que trasladar las asignaturas al próximo curso”. En esa calificación, finalmente, tendrá un mayor peso la evaluación continua. De hecho, el documento especifica que se “priorizará la evaluación continua con participación en foros de debate, preguntas en las sesiones online, resolución de casos prácticos e informes”, entre otros aspectos. Las universidades se dan de plazo hasta finales de este mes de abril para tener sus criterios de evaluación adaptados y aprobados por los órganos competentes en cada caso.
La suspensión de las clases presenciales por este curso y la más que probable prórroga del estado de alarma por la pandemia más allá del 26 de abril hacen que las universidades y la Junta vean necesario incluso tener que usar el próximo mes de septiembre como un mes puente entre el curso 2019/2020 y 2020/2021, lo que conllevaría un retraso en el comienzo de las clases del siguiente curso. En concreto, el documento marco afirma: “Los calendarios académicos del próximo curso tendrán en cuenta la posible necesidad de utilizar el mes de septiembre para la impartición de docencia que no haya podido adaptarse a la modalidad no presencial y contemplar un posible atraso en el comienzo de las clases del próximo curso respecto a las fechas habituales de comienzo”.
El documento marco insiste en que la formación debe garantizarse de forma online, aunque, en aquellas actividades en las que sea “imposible” esa adaptación “podrán programarse en julio y septiembre”. Idéntica casuística se produce en el caso de las prácticas externas de larga duración, para las que se podrían usar los meses de octubre y diciembre sin tener que abonar nuevas matrículas. Las clases online deben ofrecerse en el mismo horario que las presenciales, igual que en el caso de las tutorías. Universidades y Junta señalan que debe hacerse un seguimiento de la docencia que se imparte online, así como del porcentaje de alumnos que participan y las dificultades que se van encontrando.
“Si algunas competencias no pudieran adquirirse de forma completa este curso, se podrá desarrollar un plan específico de refuerzo para el próximo curso”, subraya el documento.
En relación a las prácticas externas curriculares, “se adaptarán a una modalidad no presencial mediante metodologías formativas alternativas o serán sustituidas por otras actividades que permitan adquirir esas competencias”, apostilla el informe. Los trabajos fin de Grado y de Máster se defenderán online.
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