La obra es anónima y data del siglo XVII. Con unas dimensiones de 2,30 metros de largo y 1,75 de ancho, representa a un crucificado sobre un fondo oscuro que sigue los cánones de la época sin ser particularmente sangriento. A su valor histórico hay que sumar los logrados dorados característicos del arte colonial, que se dejan notar en el sudario del cristo, los clavos, las potencias y en INRI.
Dentro del barroco, su estilo colonial y algunos rasgos quiteños delatan que, casi con toda seguridad, el cuadro procede de América o del pincel de algún artista criollo. Aunque no se conoce a ciencia cierta, las investigaciones apuntan a que llegó de algún convento de la ciudad como consecuencia de la desamortización de Mendizábal.
El restaurador portuense José Ramón Villar, licenciado en Bellas Artes y académico de Santa Cecilia, ha dirigido a un grupo de colaboradores que han logrado fijar los estratos de la pintura añadiendo una tela nueva por detrás del cuadro. Igualmente se ha recuperado la policromía frente a las deformaciones provocadas por el paso del tiempo e intervenciones anteriores mediante la limpieza de barnices oxidados. Fruto de esta labor, el cristo puede contemplarse más claro y menos amarillento. Como curiosidad, cabe destacar que en los parches que tenía el cuadro se han descubierto pagarés de una restauración del siglo XIX. El coste de ésta ronda los 5.000 euros, que asume la academia gracias a donaciones.
La presentación de la rejuvenecida obra está prevista para las 20.30 horas en la Iglesia Mayor Prioral.
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