La Semana Santa no ha sido esta vez el motor de gran potencia que, a la luz de las previsiones, se esperaba para impulsar el empleo en Sevilla, ya que la reducción en el número de parados en la capital (un 0,77%) y en la provincia (un 0,11%) ha sido inferior a la registrada en España (1,4%) y en Andalucía (0,78%), donde la celebración de la festividad religiosa no tiene el mismo tirón e importancia que entre nosotros. Hasta en la reciente Navidad y en meses de marzo con Semana Santa en peor situación económica que ahora, cuando ya se da por superada la crisis, la reducción del paro fue superior a la habida el mes pasado. Tampoco se ha producido un hundimiento de las expectativas turísticas, ya que incluso crecieron las reservas hoteleras a partir del Jueves Santo.
Sea como sea, el número de contrataciones ha sido inferior a lo esperado y el vital sector Servicios (sólo 643 personas salieron aquí de las listas del paro, cuando ha habido meses normales con una cifra doblemente superior) ha funcionado a la mitad al menos de su potencial. De nuevo, pues, se pone de manifiesto que nuestra economía no puede depender de los eventos, las fiestas y el turismo y que necesitamos avanzar en otros sectores más estables, de mayor potencial y con empleo de mayor calidad si no queremos vernos condenados a un paro estructural del orden de 70.000 sevillanos, la décima parte de la población de la ciudad.
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