Se cumple en estas fechas el aniversario de la muerte de José Luis Ramos Pipió, un paladín del fútbol modesto de Huelva, polémico donde los haya, pero resorte del mismo, que fue durante muchos años presidente del desaparecido club de la capital el Viaplana, equipo modesto de los más antiguos de nuestra ciudad junto con el Santa Fe y La Merced. El Viaplana CF fue fundado por un comerciante que tenía su establecimiento en la calle San Ramón de Huelva, Juanito Abril, si bien su primer presidente fue Juan Riquelme, maestro de escuela de San Juan del Puerto, que residía en la calle Nicolás Orta de esta popular barriada onubense. Remontándonos a los primeros años de la andadura del Viaplana, allá por los años cuarenta, pasaron por el equipo jugadores como el bravo central Juanillo ‘Burra’, Ratón, Muñoz Arenas, Brígido, Paco ‘El Cacu’, Bogado, Luque, Joselete, Silva, Sebastián, Miguel Pineda, los hermanos Toscano, Eduardo -jugó también en el Tharsis de portero- y Rafael, extremo derecho que compartió ala en el Recreativo con Luis Aragonés de compañero.
Los partidos se jugaban en un extenso llano conocido por ‘la gavia’, que servía de cauce de todas las aguas de las lluvias que procedían del Conquero y que en la actualidad es la plaza Houston. En aquella época el Viaplana fue entrenado por un maño que vino al Recreativo procedente del Betis, y que tras su retirada del fútbol por una lesión, se hizo cargo del equipo, Antonio Arrazola Zueco. Luego le siguieron Bogado, Sebastián y hasta el propio Ramos Pipió.
Pues bien, centrándonos en la andadura balompédica de Ramos Pipió, decir que fue un reconocido guardameta en sus tiempos, para después en cuerpo y alma dedicarse por completo al equipo de sus amores, el Viaplana, del que salieron jugadores que le pusieron nombre al fútbol nacional, como Paniagua, Morita o Ángel de los Santos, que estuvo en el Salamanca y luego dio el salto al Real Madrid, formando línea con el teutón Stilike.
Pipió, que era su nombre de batalla, discutido y a veces admirado, con esa táctica suya que no olvidan los viejos del lugar y que aún prevalece: “todos para adelante y todos para atrás”. Pues bien, estando de presidente me entregó la insignia de oro del club y una placa como homenaje por mi labor en prensa el 8 de junio de 1983.
Ramos Pipió fue todo pasión para el fútbol modesto, también para el Recreativo y el Sevilla. Su casa era un verdadero museo, el mueble bar lo tenía para guardar las equipaciones y botas de los equipos inferiores. Allá donde estés, mis recuerdos mientras que ande por aquí.
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