El ecologismo naciente era “anti humanos”, porque “las personas son más importantes que los pajaritos”. El grito de guerra de quienes querían llenar de regadíos Doñana, una tierra árida no apta para el cultivo, en tan falso afán de desarrollo, como la carretera que habría permitido urbanizar la punta de Malandar, con falsos y rebuscados pretextos. De nuevo, tras los incendios de Moguer, el Movimiento ecologista es “irracional y conspiranoico” según los defensores de cierta gran empresa eléctrogasística que la está convirtiendo, con la connivencia del Gobierno, en inmenso y monstruoso almacén de gas-bomba de miles de megatones al alcance de cualquier nuevo accidente, fortuito ó provocado. Tantas medidas contra el terrorismo y se niegan a ver la espoleta solitaria en medio del campo. Porque, como está mal acusar sin pruebas, nadie ha culpado a la empresa barcelonesa. Sí se le viene acusando desde hace meses, años, de falta de sensibilidad y respeto a Andalucía, de poner en peligro el Espacio Natural más importante de Europa. Pero respecto a los incendios lo que se recalca, con toda la razón, es la posibilidad real de tragedia catastrófica, caso de incidente ó accidente en las inmediaciones del almacén y sus conducciones.
Sobran tan forzados razonamientos sobre la inocencia de la empresa y “lo innecesario para ella de una provocación similar, dado que ya obtuvieron la licencia”. Por supuesto: a costa de trocear la petición y dividir en cuatro una misma obra y de “convencer” al gobierno del “interés público”, de algo sin el mínimo interés, porque hay gas de sobra, mientras la clientela baja. Y más después del despectivo hecho de traer aquí el peligro. Lo “normal”: aquí el riesgo, allí se generan beneficios, se invierte y se ingresan impuestos. No, no es el gas. En estos incendios ha habido otros fallos. Va a costar mucho, muchísimo, convencer a la mayoría de la casualidad de tres focos simultáneos, más un cuarto en Almonte, más otros conatos posteriores, afortunadamente resueltos a tiempo por los servicios de vigilancia.
La vida de trescientas especies de aves y doscientas de mamíferos y reptiles, no es una nimiedad. Su desaparición pone en peligro a la especie humana, no sólo en Doñana, ni en Andalucía: en toda Europa y África. También la pone la afección al acuífero Niebla-Posadas, sin el que sería imposible comer y beber en más de media Andalucía. Se debe reformar la Ley para garantizar la conservación, endurecer penas, investigar sin reparos, consecuentemente, aumentar plantillas del INFOCA y guardas forestales; recuperar la servicultura para mantener el campo y los cortafuegos limpios de malezas. Hace falta disuadir a los pirómanos-especuladores, replantando de inmediato la superficie quemada y otra contigua de la misma extensión. Y recuperar la marisma: devolverle el agua robada a ríos, arroyos, caños y marismas que, tras su criminal canalización, arrojan directamente el agua al mar. Hay que anular los pozos y balsas ilegales y controlar debidamente los legales. La existencia de Doñana no va contra la agricultura. Pero ir contra Doñana, va contra sí mismo y contra todos los seres humanos.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es