La respuesta no tiene salida: el Gobierno –y es posible que los ayuntamientos y las comunidades autónomas– tendrán que subir tasas e impuestos para aumentar la recaudación fiscal y comenzar a controlar el enorme déficit que se está fraguando.
Vienen tiempos de ruptura de dogmas. El primero de ellos que el bajar impuestos es bueno en todos los casos y, sobre todo, que la izquierda tiene que competir con la derecha en rebajar la presión fiscal. Otra cosa es cómo se dividan las subidas de impuestos entre el aumento del IVA, la progresividad fiscal sobre la renta, la disminución de privilegios a las rentas de capital y los impuestos a las grandes fortunas.
La crisis no está dando lugar a unos debates que son inevitables: el modelo energético, la reforma educativa y de formación profesional, los límites a los salarios desproporcionados de los grandes ejecutivos, futbolistas etc. La recuperación de antiguos criterios modernizados que hicieron de Europa un modelo de sociedad del bienestar desde los parámetros de la socialdemocracia.
Puede llegar a producirse la paradoja de que Estados Unidos, bajo la dirección de Barack Obama, adopte viejos modelos progresistas de la vieja Europa mientras en el continente más humanistas y socialdemócrata se siguen apostando por recetas conservadoras. De lo que no cabe duda es de que no hay dinero para todos los proyectos que hay encima de la mesa si no se modifica el modelo fiscal.
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