Andalucía

“Si la humanidad fuera mala, mi viaje hubiera sido imposible”

El malagueño Nacho Dean ha dado la vuelta al mundo a pie en tres años. Más de 33.000 kilómetros y 12 pares de zapatillas que resume en su libro Libre y salvaje

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  • Un periplo que ha tardado un año en resumir a través de lo que recogió en sus diarios de viaje, con mapas y fotografías

Libre y salvaje es el libro donde ha recogido tres años de vuelta al mundo a pie en la que recorrió cuatro continentes,  31 países, más de 33.000 kilómetros en los que gastó parte de su vida y 12 pares de zapatillas. Un periplo que ha tardado un año en resumir a través de lo que recogió en sus diarios de viaje, con mapas y fotografías que dan buena cuenta de un reto cumplido por este malagueño de El Palo  con espíritu de marino  que ha querido así rendir cuentas con la vida, porque considera esta un verdadero milagro que hay que exprimir al máximo. 

Creo que es un milagro estar vivos, que el sentido de la vida es estar vivos, y no quería dejar pasar la oportunidad o esperar a que fuera demasiado tarde. Además, me quise dedicar a esta aventura para lanzar un mensaje medioambiental de cuidado de la Naturaleza y del planeta Tierra.

¿Qué le llevó a emprender este viaje?
–Este viaje es un sueño que tenía. Creo que es un milagro estar vivos, que el sentido de la vida es estar vivos, y no quería dejar pasar la oportunidad o esperar a que fuera demasiado tarde. Además, me quise dedicar a esta aventura para lanzar un mensaje medioambiental de cuidado de la Naturaleza y del planeta Tierra.

Es un viaje físico, pero imagino que también mental y espiritual
–Sí, tiene las dos caras, sobre todo, aparte de una fortaleza física, requiere una gran fortaleza mental: estás alejado de las comodidades de tu hogar, desde una alimentación, una higiene, un descanso, o una seguridad como las que disfrutamos aquí en Occidente, en el primer mundo, y luego, mentalmente, pues hay mucha soledad, pasas momentos difíciles también y tienes que ser capaz de aguantar las penurias, como el hambre, estar bajo la lluvia, vivir situaciones en las que la vida está en juego; sin embargo, no todo son penurias, no todo son  dificultades, tiene un lado muy duro y otro muy romántico, muy bonito y muy satisfactorio que es el hecho de recorrer las culturas, ecosistemas y países con tus pies.

Vamos a valorar los dos extremos: ¿qué recuerda como lo mejor de este viaje?
–Sin duda la gente, la humanidad, es un privilegio comprobar cómo, independientemente de la nacionalidad, cultura o religión, la gente es buena; a veces tenemos una imagen distorsionada, pensamos que todo son malas noticias, guerras, asesinatos, sin embargo viajar a pie es el medio más lento y expuesto que hay y si la humanidad fuera mala, mi viaje hubiera sido imposible; independientemente de si son musulmanes, budistas, cristianos o hindúes, me han abierto las puertas de su casa y echado una mano.

¿Y qué ha sido lo peor?
–Cuando pones tu vida en juego, rebasas una línea; estuve presente en un atentado terrorista en Bangladesh, me intentaron asaltar en México y El Salvador con machetes… En fin, en el ser humano cabe un Hitler y cabe un Gandhi, es capaz  de lo mejor y de lo peor, así que tanto lo mejor como lo peor han sido los humanos que he tratado.

Y, ¿de cuál de esas dos partes se aprende más?
–Aprendes de las dos sin duda, tanto de los buenos como de los malos momentos extraes lecciones y aprendizajes.

¿Usted toma parte o solo relata?
–El libro está escrito en primera persona, sigue el orden cronológico de la aventura y está narrado en presente, es decir, todo lo que me está ocurriendo es el momento real; este viaje es sin duda un gran reto deportivo, dar una vuelta al mundo a pie en solitario, sin asistencia, sin patrocinadores, sin seguro médico internacional…, al final únicamente te tienes a ti, tus pies y el carrito en el que he portado mi material. Luego, ha tenido la finalidad de documentar el estado medioambiental de los ecosistemas que he atravesado puesto que lanzaba este mensaje de conservación del planeta, iba comprobando que vivimos en un hermoso planeta que merece la pena cuidar, y del mismo modo, he visto regiones del mundo que están muy castigadas por la acción humana. En el libro no he querido plasmar lo que es una aventura pura y dura épica, tiene también unas pinceladas de antropología, de cultura, de historia, y tiene también valores que yo creo que vivimos momentos un poco inciertos y es necesario apostar en una dirección, por unos valores que hagan mejor el mundo en el que vivimos sin ningún ánimo de dar lecciones, son mis reflexiones. Yo no doy ninguna lección, sino que es mi opinión, son mis comentarios fruto de lo observado y de lo que he podido reflexionar, y lo que iba escribiendo en mis diarios, por lo que está muy abierto a la libre interpretación de quien  lo lea. 

¿Se puede ir sin una idea preconcebida, porque en Occidente nos cuesta, siempre tenemos idea de cómo van a ser las cosas?
–Sí, sobre todo en una sociedad y en una cultura etnocentrista, aquí en Europa pensamos que nuestra cultura es superior y yo te puedo asegurar que cuando viajas solo y a pie si hay alguien que no es superior es uno mismo, estás más vendido… por muy europeo que seas, da igual los contactos que tengas, el dinero, todo eso da igual, se te cruza un niño con una pistola y te pega un tiro y te deja en una cuneta porque le gustan tus zapatillas y eso pasa en regiones del mundo como en Centroamérica, en El Salvador, en Honduras; está el tema de las Maras, que son bandas criminales, y hay que tener cuidado, yo El Salvador por ejemplo la recorrí con escolta de policía, con un coche de policía que se iba relevando según pasaba por la poblaciones.

¿Volvería a hacer un viaje así?
–(No se lo piensa) Sí, sin duda,  es de las mejores cosas que he hecho en mi vida. No volvería a hacer el mismo, porque para qué, pero haría otro parecido. Me queda mucho por conocer.

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