Hueste

Dos décadas después

La ciudad gana un nuevo espacio cultural, y lo hace en el mejor espacio posible, en el mejor entorno

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Casi veinte años después de las primeras manifestaciones ciudadanas que reclamaban la Aduana para Málaga, las colecciones de Bellas Artes y Arqueología volverán a mostrarse al público. Ya hay fecha, será el 12 de diciembre. Ese día abrirá las puertas y se cerrará el llamado por algunos “el triángulo de la cultura”, un lugar emblemático en el que se une la fuerza del Museo Picasso, la Alcazaba y el Teatro Romano y ahora, por fin La Aduana para Málaga. Una reivindicación de la calle hecha realidad.

En el recuerdo de muchos quedarán siempre las primeras reuniones en el Ateneo o en el Pimpi. Miles de malagueños se movilizaron en la calle para pedir una sede para el museo de Bellas Artes y en varias ocasiones entre 1997 y 2001. Y no pararon hasta que lo lograron. Para que luego algunos quieran hoy enseñarnos que si la ciudadanía se mueve lo consigue.

Y fue en 2005, cuando se despejó el camino, cuando el Gobierno Central, en el que entonces estaba como ministra de Fomento Magdalena Álvarez, y la Junta de Andalucía, siendo consejera de Cultura Carmen Calvo, firmaron un acuerdo a tres bandas que liberaba el edificio para su uso cultural y se trasladaba la sede de la Subdelegación al edificio de La Caleta. Fue un logro del pueblo, de la gente, en la calle; pero después de varias negativas por parte del Gobierno, alguien tuvo la voluntad política de dar respuesta a esta petición. Obras son amores le gustaba decir en sus intervenciones a la exministra. Pues otra obra, unos años después.

La ciudad gana un nuevo espacio cultural, y lo hace en el mejor espacio posible, en el mejor entorno. Y hoy es el momento de agradecer a esas miles de personas que lucharon por conseguir La Aduana para Málaga, a toda la plataforma ciudadana y a todos los que fueron detrás con esta reivindicación hecha hoy realidad.

Ahora, unos años después, son muchos los que también nos preguntamos qué habría pasado si las instituciones se hubiesen tomado más en serio la candidatura a la capitalidad cultural. Porque a 2016 hemos llegado con los deberes hechos. Y muchos, en aquel entonces no se lo creían ¿o simplemente era por confrontar?

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