Cartas a Nacho

Carmen

Pero el cine es mágico. Unas sombras producidas por una luz y unas fotografías y proyectadas sobre un fondo blanco sigue siendo todo un acontecimiento

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

Soy más de libros. Es una técnica que conozco, es más rudimentaria. Sólo es un papel y un lápiz. Y en la versión actualizada, una pantalla de ordenador y un documento “word”. Empiezas a vaciarte en el blanco de la pantalla y poco a poco la historia va tomando vida. Los escritores dicen que hasta propia.

Por eso admiro tanto a la gente que se dedica al cine. A todos. Y en especial a los directores. Debe ser complejísimo ponerse al frente de un ejército de técnicos y actores. Una orquesta formada por guionistas, músicos, electricistas, técnicos de sonido, equipo de producción, cámaras y luego con una batuta maestra que todo aquello encaje y en una sala oscura de cualquier parte del mundo, nos emocione.

Sin embargo, en los libros, y sobre todo desde que existen las ediciones digitales, la comunicación entre el creador, el escritor y su público, los lectores, es más directa. Teóricamente no intervienen tantos intermediarios. Incluso en la venta final del producto puedes recurrir a tu librero de referencia y él te dará todo tipo de detalles sobre la historia en la que estás interesado. No conozco a ninguna taquillera que recomiende o no una película desde ese altar que normalmente está instalado a las puertas de los cines.

Pero el cine es mágico. Unas sombras producidas por una luz y unas fotografías y proyectadas sobre un fondo blanco sigue siendo todo un acontecimiento. La definición de la felicidad me la dio una vez un amigo: son los quince minutos que tarda en comenzar la película y en los que te sientas en la butaca del cine y te abandonas y te olvidas del mundo. De hecho procuro llegar a la proyección de una película con bastante antelación para prolongar esos minutos de felicidad.

Libros y cine tienen sus diferencias en cuanto a la técnica con la que son creados, pero también comparten algunas semejanzas. La que más me interesa y me satisface es aquella en la que, tanto lectores como espectadores, se unen en los clubes y se ponen a debatir sobre lo leído o visto.

Carmen Jiménez es un referente en el mundo cinematográfico de la ciudad. Desde su blog “Sevilla cinéfila”  va actualizándonos nuestra cultura en el séptimo arte. Pero Carmen es una mujer inquieta y una heroína. En una adormecida Sevilla cultural creó en una librería de Sevilla hace unos años un club de cine. “La palabra y la imagen”. Era una experiencia hablar de cine rodeados de libros. Cuatro temporadas después, ese foro se ha convertido en uno de los principales focos de cultura de la iniciativa privada de la ciudad.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN