Massiel y la Luna

Ahora sé que si Massiel no hubiera nacido la historia del mundo habría sido radicalmente distinta. Desconozco si mejor.

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Si hay una figura peculiar en el circo catódico de nuestro país, entre otras, esa es María Félix de los Ángeles Santamaría Espinosa, Massiel vamos. La cantante, comentarista y vete a saber qué más, se divierte últimamente sacándole punta a todo tema que se le ponga por delante, nunca mejor dicho. Desde la elección del nuevo presidente norteamericano hasta las opiniones de la Reina, pasando por el precio del pan, la leche y la coquina onubense. Y si la dejan, se comenta sobre ella misma y ahí, amigo, échate a temblar. Y no de frío.
Massiel no pudo contenerse más y salió por seguidillas recordando su destacado papel en la historia reciente de nuestro país

El otro día me di cuenta de lo muy desgraciado que soy por tener que trabajar y no poder ver la TV (a mí me gusta llamarla así, por las siglas, la palabra televisión suena a serio) en horario matutino. Sussana Grisso y Massiel (cuántas eses, cómo mola) están haciendo de las mañanas otra realidad. Entre los extraños movimientos de cabeza de la rubia, los morritos que nos pone, la forma increíblemente egocéntrica de atraer la actualidad hacia su ombligo de la madrileña del La, la, la y las discusiones, cuando no broncas veladas, que se gastan, uno acaba flipado, abrumado pero, sobre todo, con ganas de más, de mucho más. No cabe duda, su trabajo lo hacen sobradamente bien.

La cosa es que yo iba a hablar de Obama. De lo que representa, del cambio y todo eso. Pero, bien meditado, ya que se me ha pasado la fiebre electoralista, mejor voy a opinar cuando gobierne porque, al final, los dirigentes, la mayoría, apenas se parecen luego a los candidatos que una vez fueron. Y me temo que una vez que gobiernan es cuando de verdad los conocemos. En todo caso, el cambio ha sido un adelanto, en mi opinión y en la de Massiel, faltaría más.

Además, Obama es importante, pero lo de estas dos no tiene precio. Massiel y Grisso, luego de la noche electoral, debatían en el plató de Espejo Público sobre la importancia de la elección del nuevo presidente, del cambio, de los negros, de Hawai y esas cosas cuando la también actriz no pudo contenerse más y salió por seguidillas recordando su destacado papel en la historia reciente de nuestro país y, ojo, el mundo. Entre otras cuestiones, resaltó Eurovisión, su seguimiento minucioso de la muerte de John F. Kennedy que, por cierto, Ramón Arangüena le preguntó tirando de gracia si no fue ella quién lo asesinó. Massiel pasó, le dijo que no, que si acaso él, o su madre, o cualquier cosa, porque tenía que seguir. Por su parte, Rosa Villacastín, su enemiga acérrima, no hay más que verlas, ya le había advertido que no podía hablar muy alto y que le dejara comentar tranquila. Massiel no se dio por aludida porque con ese torrente que se gasta, mucha contención tendría que poner en práctica para no hacerse escuchar. La tenían quemada, pero siguió. Comentó algo de su experiencia durante la Guerra de Vietnam, en la muerte de Franco y como esposa de uno de los firmantes de la Constitución Española, y se emocionó recordando la manera en que había llorado, por primera vez dijo, al escuchar el himno de Norteamérica la noche anterior.

A todo esto, Sussana, ni corta ni perezosa, con medio morro apuntando a Massiel y los ojos haciéndole chiribitas le comentó que si no fue ella la sombra que se vio en la Luna en el 69. Un leve “no” le respondió la cantante, pero juro que lo dudó. Yo me quedé pensativo y ausente, teniendo ese currículum, ¿será verdad dios mío?

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