Madonna no es la misma. Desde que su hijo Rocco, de 15 años no quiere estar con ella y permanece con su ex, Guy Ritchie, la reina del pop ha entrado en un bucle autodestructivo y no oculta que está pasando un mal momento, algo que fue especialmente evidente en el concierto que ofreció en Melbourne
Madonna sorprendió a los fans desde su salida al escenario. Con cuatro horas de retraso, Madonna apareció subida en un triciclo infantil ataviada con un disfraz de payaso al más puro estilo Ronald McDonald. La cantante explicó que había decidido vestirse asó por que para ella "los payasos simbolizan un corazón roto" y "se disfrazan para esconder algo que hay en su interior". "¿Qué pensáis que hay en mi interior ahora mismo? Añadió la diva.
El concierto fue más bien un show circense y la cantante, en evidente estado de embriaguez aseguraba a su público que "era la primera vez que bebía mientras actuaba", a pesar de las acusaciones de estar bebida en su último concierto en Kentucky, algo que negaba vehementemente mientras se servía cócteles y pedía más bebida en el escenario.
En medio de las dos horas de espectáculo (nunca mejor dicho) confesó que otra batalla legal se abre con su ex Guy Ritchie por la custodia de David Banda, su hijo de 10 años adoptado en Malaui. Madonna se enfrenta a esta lucha cuando aún no ha superado su última derrota, pues no para de mencionar a su hijo Rocco e incluso le dedica canciones entre lágrimas.
"Seguramente me estaría divirtiendo mucho más en esta gira si mi hijo no hubiera desaparecido de repente, por eso voy a dedicarle esta canción", comentaba la cantante antes de interpretar un tema en el que la letra se le fue varias veces de la mente.
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