Estas tres palabras maravillosas se han utilizado (mal utilizado, en mi opinión) con la supuesta intención de luchar por la igualdad de género, suplantando con estos tres nombres a los tres Reyes Magos de oriente, haciendo que fueran tres mujeres vestidas no se sabe aún muy bien de qué, las que en el nombre de todas les hicieran ver a los niños de Valencia (por suerte nos pilla algo lejos) que los Reyes Magos no vendrían este año.
En absoluto me parece mal que una mujer encarne la figura de un Rey Mago, lo que me parece mal es cambiar el personaje con la excusa de fomentar igualdad.
Le supongo buena intención a los que tuvieron tan genial idea pero, lejos de ayudar a la igualdad puede incluso que hayan conseguido el efecto contrario.
No sería raro que alguna chiquilla les “cogiera coraje”, al fin y al cabo de repente se encuentran con que hacen desaparecer a quienes les llenan de ilusiones durante todo un año de espera.
En Madrid, parece ser que con la intención de alejar a la fiesta de los Reyes de todo motivo cristiano, se ha transformado la cabalgata en un espectáculo de luz y color enalteciendo a la madre tierra, algo que puedo llegar a asumir a pesar de no entender que se quieran quitar motivos tradicionales que ya casi nadie asocia con la religión.
Pero se les fue de las manos la indumentaria de los Reyes Magos, transformados en... en fin, no soy capaz de explicarlo.
Yo creo que puedo perdonar a Carmena, y también al alcalde de Valencia, y otros que con la bandera del cambio tapan una nueva forma de adoctrinar. Pero entiendo el cabreo de familias en las que se vive por costumbre familiar que viene de generaciones anteriores y que afectan a lo más importante de sus vidas: sus hijos.
Mi hijo será católico, o no lo será, pero tengo muy claro que su decisión no dependerá de cómo vayan vestidos los Reyes Magos de su infancia. Eso sí, mientras sea un niño, que ningún político venga a decirme como deben ser las tradiciones que a ellos les afecte, porque las ilusiones inculcadas por nuestros mayores son intocables. Intentar jugar al progresismo, estando por medio la ilusión de los niños, es inmoral.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es