No pretendo entrar en un debate sobre qué podemos considerar como familia o no, es decir, no es un artículo en el que diferenciar entre lo que algunos llaman familia “tradicional” y la que no lo es. Simplemente, pretendo concienciar (en la medida de lo posible, que se que es poco), sobre la necesidad de cuidar la familia. Los últimos estudios indican que una familia media española está formada por un pareja en la que trabajan los dos (con mucha suerte), tienen un hijo y apenas pueden tener conciliación familiar.
Cuando uno lo vive y pasa por la experiencia, se da cuenta sin duda de lo abandonadas que estamos aquellas personas que tratamos de formar una familia, y con ello, dotar de riqueza al país, si dotar de riqueza, ya que no creo que sea necesario explicar cada una de las vertientes económicas, culturales, sociales, educativas, deportivas… que se ven beneficiadas por la existencia de las familias.
Te sientes como un bicho raro cuando explicas que no sales apenas los fines de semana porque tienes hijos, que hace tiempo que no te compras ropa porque ni tienes suficiente dinero, ni tiempo para gastarlo y que tus series favoritas han pasado a ser Pepa Pig y Dora la exploradora.
Y te sientes un bicho raro, porque te miran y te ven de esa manera aquellos que no han pasado (ni pretenden pasar en muchos casos) por la experiencia de crear una familia.Pero lo peor, es sentirte abandonado, si, abandonado. Las administraciones públicas y las empresas privadas apenas ayudan a conciliar lo suficiente a aquellos trabajadores con hijos, por lo que no vemos obligados en muchísimos casos a pagar comedores escolares, guarderías, ludotecas, actividades extraescolares…
Y además, comprobando como en todas estas actividades hay familias bonificadas sin que estén los dos miembros trabajando por cuestiones económicas, ante lo que siempre me pregunto qué necesidad tienen de estos servicios si alguno no trabaja pero, ese es otro tema para dedicarla un artículo completo.
Ante todo esto, ocurre que en muchísimos casos dejamos de incrementar las familias por no sentirnos capaces de cubrir las necesidades, y no me refiero a la economía, sino a la imprescindible necesidad afectiva. No sabemos si podremos estar el tiempo suficiente con ellos, ni sabemos si nuestra salud soportará durante mucho tiempo las dobles o triples jornadas de trabajo en casa y en nuestro centro laboral, si seremos capaces de soportar ver como el tiempo pasa y no disfrutas de tus hijos como debieras ni ellos disfrutan de ti como necesitan hacerlo.
La familia, algo que muchos ven como un reducto del pasado, anquilosado, casposo y católico. La familia, la gran olvidada y maltratada, la familia, la gran aventura de hoy en día, sostenida por valientes héroes y heroínas.
¿Qué quieren qué les diga? A pesar de todo, merece la pena.
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