Los deportistas anónimos rondeños no dejan de sorprendernos cada semana con sus logros y marcas, pero siempre queda un hueco para lo descomunal.
La hazaña conseguida por este rondeño, Juan Antonio Caballero Marín, Caba, de terminar en el Cuatro horas y treinta y cinco minutos en un mar norteafricano helado, bravo, repleto de medusas, con lluvia, que le empujaba lo mismo hacia África que contra las rocas. Pocos son los valientes que se atreven con estas pruebas y Juan Antonio que solo lleva tres años en esto de la natación parece que lleve toda la vida.
puesto 16º, la V Travesía a nado Vuelta a Ceuta, es para desmonterarse.
Para conseguir este ansiado “finisher” el rondeño ha empleado muchísimas horas de duros entrenos, robándole horas a su tiempo libre, pues cuando no está trabajando está con sus dos críos, no es profesional del deporte. Nos cuenta que en los picos altos de entreno de la temporada se ha hecho a diario 6 km nadando en dobles sesiones y los fines de semana tiradas largas de hasta 12 kilómetros.
Y si nos sorprenden la cantidad de horas y metros que ha tenido que emplear Caballero para cumplir su sueño, finalizar esta prueba considerada entre las más duras del calendario nacional, mas nos sorprende su historia personal.
Es digno de admirar. Hace tres años no nadaba, peleaba una batalla a un tumor testicular. Cambió su vida en todos los sentidos. Lo superó. Dio muestras de su enorme fortaleza y transformó sus hábitos sedentarios para zambullirse en la piscina.
Aconsejado por su gran amigo y ahora entrenador Pedro Gavilán, eligió la natación para no empeorar sus molestias en la rodilla y no se conformó con hacer lo que todos, 1.500 metros en la “municipal”, no, él a lo grande, hasta conseguir nadar 16 kilómetros en aguas abiertas.
La travesía, nos cuenta Caba, fue durísima, lloró de alegría llegando y después de llegar, pero tuvo momentos muy duros donde peleó como un titán.
Los primeros kilómetros fueron cómodos, marcó un ritmo rápido, pero a partir del kilómetro 8 se puso el agua embravecida y hubo momentos que de no ser por su capacidad mental, otro se monta en la lancha de apoyo.
Cuenta en su red social, “Ese fue el momento clave de la prueba, hubo momentos de nadar 5 minutos en el mismo sitio a ritmo fuerte, pasaron dos avituallamientos y solo avancé 500 metros, o que notes frio en los huesos, o notar como la boya de seguridad tira de ti hacia atrás, o que te quedes encallado en las rocas, o que te retires de la costa y veas como los nadadores se van y no porque sean mejores o peores sino porque saben orientarse, ese momento es brutal psicológicamente:¿ Seré capaz?,¿ abandono?, ¿que estoy haciendo?, son cosas que te pasan por la cabeza, pero sigues, hasta que reviente…
Giras y de repente el mar se calma, sigues con corrientes en contra pero no luchas por flotar sino que nadas. Qué alivio.
Ya solo quedaban unos 3,5 km, estaba cerca del km 13, los hombros duelen pero sabes que acabas. El chip vuelve a estar a full.”
Emocionante su relato pues lo dice todo de la prueba y de él.
Llegó, tras 4:35 y 18 kilómetros y nos cuenta que se encontró entero, que hasta apretó en los últimos metros. Enorme su fortaleza física y mental.
Para acabar nos dice que quiere agradecer la atención de su acompañante en kayak en toda la travesía, puesto por la organización, que sirve de apoyo a cada nadador llevándoles los avituallamientos. Y nos hace resaltar “me reservo la última mención a Pedro Gavilán. El es mi entrenador y es muy muy bueno, para mí el mejor. Es el que nunca aparece, al que no se le presta atención o no se le recuerda”.
Como les decía al principio da gusto poder contar hazañas de deportistas anónimos de esta calidad humana como la que tiene Juan Antonio Caballero “Caba”.
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