Hasta en los conventos

Nos cuentan las páginas salmón de los diarios económicos, que la actual y cruelísima crisis ha entrado en los conventos de clausura de este país...

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Nos cuentan las páginas salmón de los diarios económicos, que la actual y cruelísima crisis ha entrado en los conventos de clausura de este país en el que, según sus autoridades, nunca pasa nada y esto es el reino de Jauja. Y pasa, claro que pasa, pero como a ellos nunca les pasa nada, siguen felices sus vidas tal y como si todo fuera una balsa de aceite. Ya veremos cuándo nos hacen explotar porque la soga aprieta cada vez más y la presión se hace insufrible. Ya veremos...

Bueno, pues resulta que las madres Carmelitas Descalzas abandonaron su convento situado en Medina de Rioseco, hace ya cuatro años, por la sencilla razón que el caserón era tremendamente viejo y lleno de achaques, con la esperanza, ¡pobres criaturas!, de poderlo vender para ir pagando la adquisición del nuevo situado en la capital vallisoletana.

El viejo era del siglo XVII y en él no podían ya vivir con una cierta seguridad por lo vetusto del inmueble. Pero hasta en las cosas de Dios el hombre dispone y parece que Él no propone y ahora las carmelitas piden desesperadamente ayuda con el fin de obtener fondos para evitar el embargo del nuevo convento.

La comunidad está integrada por 18 religiosas que subsisten, mal que bien, gracias a la venta de formas y a la caridad de los fieles; pero es que los fieles están como están y las ayudas son mínimas. Ellas dicen a la prensa que se encuentran en una “situación límite”, al borde del embargo, si en breve tiempo no afrontan el pago de la hipoteca –palabra que se ha introducido en la clausura monacal como los laudes, motetes y vísperas– de su actual residencia.

Las infelices, sin saberlo, se han metido en la dinámica loca de unos tiempos locos que les coge a trasmano, y la comunidad, con edades comprendidas entre los 23 y los 85 años, crédulas hasta más no poder, cerraron en el mes de junio de 2005 su viejo convento de Medina de Rioseco, para habitar tranquilamente el nuevo con la creencia –¡santa inocencia!– que la ya temida crisis no habitaría nunca jamás entre los claustros conventuales de una casa dedicada al trabajo –al ora e labora– y a la meditación. No sé si la fundadora y reformadora, la célebre y batalladora Teresa de Cepeda y Ahumada, viviera estos tiempos qué le diría a su Dios tocante a los defectos de los hombres y a la batalla comunidad-hipoteca, algo que las más viejas del cenobio jamás oirían hablar en los muchos años de vida contemplativa y de trabajo.

Hasta la fecha no han podido amortizar la hipoteca debido a que, cuatro años después (2005-2009), aún no han encontrado un comprador para el primitivo convento de Medina de Rioseco. Y eso que según nos cuenta la prensa, el viejo monasterio cuenta con una amplísima huerta con una superficie de 10.000 metros cuadrados y que el mismo se encuentra en pleno casco urbano del pueblo, lo que debería hacerlo más apetitoso para los compradores. Pero, ¿autorizará el Ayuntamiento o Cultura de la Junta de Castilla-León otro uso para el edificio que cuenta igualmente con una capilla adosada a él?

No sé si las reverendas han pecado de incautas o si cuentan con todas las bendiciones posibles para la venta; pero, ¿y el comprador lo tenían ya o han vendido la piel del oso antes de cazarlo...?

Estas santas mujeres serán buenísimas pero de una ingenuidad aplastante y tal vez no han tenido el debido asesoramiento. Lo cierto es que están con el agua al cuello y sin saber qué hacer.

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