Las primeras decepciones del Gobierno de José A. Griñán

Publicidad Ai Publicidad Ai Publicidad Ai
Fuimos muchos los que al oír el discurso de investidura de José Antonio Griñán, en el Parlamento andaluz, pensamos que había una esperanza en ciernes en cuanto al destierro de ciertas prácticas, modos, actitudes y comportamientos que en nada se parecían a la chulería y soberbia que durante los últimos años hemos visto instalada en el gobierno de la Junta, a través del virrey Chaves.

Incluso ese margen de confianza lo trasladamos a esta columna, más por el deseo de cambio de tanto escuchar en boca de los socialistas el slogan de Obama, que de los hechos constatables.

Y la evidencia nos está empezando a mostrar que nuestros peores pronósticos parecen confirmarse con las primeras medidas que adopta el nuevo presidente.


El cambio de Griñán no se ha dado incorporando a su Gobierno a independientes y profesionales de solvencia y prestigio. El gesto a la galería ha venido con la incorporación de una tránsfuga,  a Rosa Aguilar. La deslealtad de la ex alcaldesa de Córdoba hacia su formación política no tiene parangón. Calificar su comportamiento de desleal e incluso de inmoral, debe ser consecuencia lógica de cómo han escenificado el "fichaje", en términos futbolísticos, de una estrella del equipo contrario. Mis simpatías por la formación comunista hace años que quedaron relegadas, pero entiendo el enfado de sus dirigentes. Venderse al mejor postor y a cualquier precio no es de recibo. Allá cada uno con su conciencia.

Pero si bien es cierto que son decisiones personales de otras formaciones políticas, el gesto de desdén que ha mostrado Griñán con los integrantes de la Plataforma por unas Elecciones Propias en Andalucía, para que las autonómicas no coincidan con las generales, evidencian el poco o nulo sentir nacionalista de nuestro flamante presidente. No se si es por su nacimiento madrileño o porque sigue al dictado lo decidido por su partido, que obtiene mejores resultados con Zapatero que con el candidato andaluz. Lo que resulta del todo punto inaceptable es que el PSOE se esconda en las generales para salvaguardar el poder en Andalucía. Algo incuestionable en las llamadas comunidades históricas, la celebración de sus propias elecciones sin nada que las distorsione, aquí es escamoteado por los intereses partidistas del partido socialista. Nos niegan un debate propio y exclusivo sobre los asuntos que le interesan a los andaluces.

Y lo peor es que no tiene coste electoral para ellos. La mejor prueba, la última mayoría absoluta. Bien es cierto que con peores resultados que en las generales. Pero queda claro que esa política no está motivada en los intereses de los andaluces, sino en los del partido que gobierna Andalucía como si fuera su cortijo.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN