La Orden del Temple, sus hazañas, logros, atropellos e injusticias, están en nuestro ambiente como los ácaros. Y aunque lo nieguen hasta los más detractores nos hacen un gran favor pues el sólo hecho de nombrarnos en sus negaciones, significa que nos tienen presente en su memoria. Así como, quien día y noche se esfuerza en negar a Dios y, lo publicita, realmente está reconociendo a Dios de una manera subliminal.
Una de las teorías que desde que apareció siempre ha suscitado un tímido rechazo, pero con el tiempo está tomando forma y consistencia, es la que refiere el viaje de uno o varios de los fundadores de la Orden de los Templarios, por tierras de Oriente. Las primeras hipótesis los hacían viajando por Asia y quizás llegaran hasta China. Pero hoy aparece nuevamente pinceladas a este respecto, en el que se menciona que también llegaron a Egipto para tomar de esta cultura las enseñanzas mágicas y tradiciones ancestrales Herméticas.
Pero si existe un triángulo mágico, aunque más que mágico podríamos decir espiritual, es decir, una Trinidad, es la formada por el cisterciense Esteban Harding (reformador de Cîteaux), hombre ilustrado; Bernardo de Claraval (hombre de acción pastoral) y, el no menos importante hombre de armas en la persona de Hugo de Payns. Este triángulo es crucial a la hora de establecer las bases sobre cómo se formó la Orden. Después podríamos adentrarnos en posibles lógicas del ¿por qué?, o ¿para qué?, pero está claro que por mucha imaginación que le echemos, jamás lograremos saber exactamente el motivo que les llevó a los diferentes lugares del mundo conocido y desconocido.
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