A grandes males, grandes remedios, ha debido pensar el presidente del gobierno en una reunión mantenida con sus cargos más relevantes, y ha esbozado las prioridades del PSOE para luchar contra la crisis y el desempleo: el Ejecutivo enviará este año al Congreso las leyes del Aborto y de Libertad Religiosa.
Semejante disparate, a los ojos de cualquiera y pese a su incongruencia, tiene una explicación en clave política. Por un lado, como presidente del Gobierno no tiene más remedio que anunciar que su prioridad, en lo que se refiere en el plano teórico, es intentar resolver el problema evidente que acucia a la mayoría de los españoles, el paro y las medidas para intentar paliarlo .
Pero por otro, en clave política y a la hora de concretar, entiende que su verdadera urgencia está en amarrar la mayoría en el Congreso, que le permite estar al frente del Ejecutivo.
De ahí su búsqueda desesperada de los siete votos de ERC, IU y BNG, que le otorgan la mayoría en las votaciones, y por esto el peaje que ha de pagar, en forma de unas leyes que los grupos llamados de izquierda acepten y se vean incapaces de rechazar. Sin olvidar que es a la vez un guiño que el PSOE hace a sus votantes de cara a las elecciones europeas del 7 de junio.
Es más fácil movilizar a su electorado fiel con estas medidas "de izquierda", que con propuestas para estimular la economía, de dudoso resultado y de dubitativa rentabilidad electoral a corto plazo. Entienden, y comparten, la política clientelar del nuevo vicepresidente tercero, Manuel Chaves, en el sentido del voto cautivo. Prometiendo la prolongación del subsidio del paro captarán más votos entre los suyos que agarrando el toro por los cuernos y afrontando de forma contundente la necesaria reforma del mercado laboral, que permita liberalizar la economía y la creación de empleo a medio plazo. Pero ya sabemos que no funcionan en el PSOE mirando el horizonte. Van a golpe de telediarios, en busca de la foto y de lo efímero.
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