Susana en Madrid

Después de esta pax romana que aplaza esta disparatada operación, Sánchez podrá devolverle los cumplidos ciñéndose a la literalidad de los recibidos. Quid pro quo

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La presidenta de la Junta, Susana Díaz, compareció ayer en el foro de Europa Press en Madrid, y no cayó en la trampa de mirarse el ombligo. Los críticos de Pedro Sánchez albergaban la esperanza de que Díaz aprovechara la cita para darle otro revolcón al secretario general del PSOE. No en vano había prometido “titulares”. 

Tras airear la lideresa andaluza diferencias estratégicas con Sánchez en una entrevista publicada en El País, los críticos se han venido arriba y deseaban otro toque para ponerle al líder socialista carita de Borrell. Porque de eso se trata en el fondo: de pasarse por el arco del triunfo el veredicto que dieron los militantes en las primarias y provocar una caída rápida e indolora de Sánchez. No vaya a ser que eso de ser el líder político más valorado del país, por encima incluso de Pablo Iglesias en algunos sondeos, se convierta en irreversible. Hasta le habían preparado a Díaz un regalo de bienvenida con un escándalo de chichinabo. Y con Madina, otrora  feroz contrincante,  rindiéndole pleitesía encabezando a una quincena de diputados.

Pero no. La presidenta prefirió centrarse en sus labores y en la ardura tarea que tiene por delante como máxima responsable de la Junta y apostó por Andalucía. Así las cosas, anunció que presentará un plan de empleo al Gobierno y a la UE.  Está bien que anteponga las ambiciones de los andaluces, que en algunas zonas de la comunidad sufren un desempleo por encima al 50%, a las suyas propias. Por lo demás, Díaz reaccionó por fin contra Podemos, que también le está comiendo más terreno del previsto en Andalucía según la última encuesta que maneja. 

Además, apostó por abrir la potencia de la Comisión Constitucional, rechazó un pacto anticorrupción con el PP, pronunció el ‘caiga quien caiga’ ante Chaves y exigió un sistema de financiación autonómico justo. Sobre Sánchez, Díaz dejó claro no sin cierta displicencia que “ni lo tutelaba antes ni me distancio ahora”. “Yo deseo que a Pedro le vaya bien, le tengo cariño y le voy a ayudar”, agregó para disgusto de quienes esperaban un nuevo desbarre. En fin, después de esta pax romana que aplaza esta disparatada operación, Sánchez podrá devolverle los cumplidos ciñéndose a la literalidad de los recibidos. Quid pro quo. Y de camino podrá agradecerle que esté tan centrada en los problemas de los andaluces, tan alejada de las intrigas internas y palaciegas que nada le convienen ni a ella ni al PSOE.

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