Empatía con la banca

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La empatía se puede definir como la capacidad para ponerse en el lugar del otro y comprender sus sentimientos o incluso adivinar lo que puede estar pensando. También se define como un “sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra”. La capacidad de empatía de las personas puede determinar su grado de sensibilidad y solidaridad, sobre todo si además de ponerse en el lugar del otro, se es capaz de actuar para buscar soluciones a sus problemas.


En nuestros días vemos situaciones dramáticas que afectan a muchos colectivos, como los desahucios a las familias que por culpa de la crisis del sistema financiero están perdiendo sus hogares, como los miles de estudiantes que se han visto obligados a dejar sus estudios por la pérdida de recursos de sus padres, como las familias de las 298 víctimas del avión civil derribado por un misil en Ucrania o como la indecente e inhumana actuación del ejército de Israel contra la población palestina, con más de 630 fallecidos y con más de 120 niños y niñas entre las víctimas de los bombardeos. Si miramos un poco la historia de la humanidad, está cargada de situaciones dramáticas y parece que algunos no aprenden.


Pero no hace falta irse muy lejos para sentir la empatía y los deseos de actuar ante situaciones de injusticia y dramas personales o familiares. En nuestra ciudad podemos encontrar cientos de problemas personales y situaciones muy dolorosas que hacen que se movilicen personas con un alto grado de sensibilidad, como las asociaciones y colectivos que ayudan y colaboran a mitigar o a resolver muchos problemas. Asociaciones de ayuda a personas con enfermedades, con dependencias, con problemas de violencia de género o personas en riesgo de exclusión social. Son situaciones que deberían de tener la cobertura garantizada desde lo público y que la actuación solidaria fuese un complemento que no sustituyese la responsabilidad pública cuando algún político de turno decide recortar la cobertura a los más débiles y necesitados. Para eso pagamos nuestros impuestos, pienso yo.


A veces, el problema está en la falta de empatía desde la política o quizás hacia quien se siente la empatía por parte de quien gobierna. Cuando 12.000 millones de euros de nuestros impuestos (casi dos billones de pesetas, como le gusta decir a algún político de Jaén) se pierden por rescatar una entidad financiera (la banca gana), mientras aumenta la pobreza en nuestro país o escuelas públicas municipales pasan apuros para dar de comer a los niños y niñas de familias honradas y trabajadoras o se deterioran los servicios públicos recortando servicios básicos ¿no le parece que la empatía de quien gobierna, no coincide con la de la ciudadanía? Lástima que no haya un juez que investigue la responsabilidad política del Gobierno por esas pérdidas de 12.000 millones de euros de dinero público.

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