Aurea mediocritas

¿Cuántos han medrado en estos años con el resultado de elecciones en que lo tenían fácil porque sólo entraban mediocres?

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Esto escribió Horacio en una oda, La dorada medianía, y en ella arremete contra el vulgo ignorante y atrevido. Odi profanum vulgus et arceo, odio al vulgo ignorante y lo mantengo a distancia, frase contundente de un creído selecto, sacerdote de las musas. Mi amigo Carlos contesta a la Crisis Soberana algo mosqueado de mi defensa del pueblo. Es de los que tiene bien clavado que esto es de una minoría y el resto es bazofia. Viene de lejos, no es lo del momento solamente. Ya se dijo en su tiempo ‘todo para el pueblo pero sin el pueblo’, pero la doctrina todavía era más antigua.

Hemos entrado en una democracia un poco a lo tonto, como el que se casa obligado por las circunstancias. Y así vamos.

 

No se puede andar en esta vida con líderes de cartón piedra, que se decía antes. Ni hacerse agua la boca con lo del pueblo soberano si no está bien digerido. A la democracia no se entra por sorteo como en la mili antigua sino en una evolución razonada, conseguida a pulso con una práctica desde la misma escuela en donde nos educamos pisando el mismo ladrillo. Y sobre todo si lo hacemos sin líderes, y aquí no se ve a nadie que de verdad lo viva. Tenemos una democracia en este país con un gran sombrero de atrevidos, mentecatos o especializados en levantar la barbilla que se creen más listos que los demás y aprovechan la política. Se les recuerda que es un servicio, pero nada, figurar es lo suyo.

 

¿Cuántos han medrado en estos años con el resultado de elecciones en que lo tenían fácil porque sólo entraban mediocres? Después, a coger cargos y a sustituir a aquella antigua nobleza que en los siglos del barroco se volvió sedentaria y cortesana. Las cosas han cambiado en apariencia pero sigue la misma práctica de rebasar al pueblo y dejarlo perdido. Para el pueblo pero sin el pueblo, que decíamos en los años ilustrados. Callar y sentir orgullo de llenar las filas de la milicia en las guerras que no se habían inventado. Demasiados años así como para no prostituirse. Existen florilegios que cantan las glorias, pinacotecas que lo celebran con los pinceles y notas en los órganos de las iglesias. Todo bien coordinado formando un manto con que cubrir la realidad de cada día.

 

Hoy ya no es igual, qué va. En la superficie, pero hay un fondo denso que  ya estaba, que siempre era y sigue sembrando fatiga y sudor para nunca estar a las maduras. La democracia quiere romper el mortero de los tiempos, que atenaza y sujeta, y es el mismo hombre el que busca seguir al líder, andar tras él hasta la misma muerte y verse glorificado por un monumento común que glorifica el conjunto. Los elegidos están en bustos individuales y en cuadros airosos con sus marcos dorados mientras el pueblo pasa junto a ellos y no hace demasiado alarde. Bastante tiene con comer, que se ha constituido en un problema para muchos.

 

Dos bandos fundamentales desde el pueblo soberano: los que se acercan por su izquierda y lo ponen de escabel de su personalismo crudo y los que vienen por derechas confundidos entre glorias arcaicas y se acogen al pedestal del privilegio. Con matices diversos el juego de siempre y el pueblo de siempre ante los altares de siempre. En medio de este juego se desarrolla lo interesante, ese misterio que el hombre lleva dentro, que son valores que lo elevan sobre la creación y lo hacen superior al interpretar las ciencias sociales y encontrar siempre un cabo que lo conduce más alto. Con esta esperanza vivimos y siempre queda ‘el hombre es algo más’ de guía.

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