La ermita de San Isidro se viste de largo con sus nuevas pinturas murales

Las pinturas murales inauguradas este sábado son obra del joven artista onubense José María Carrasco, que ha usado la técnica barroca del ‘trampantojo’ para dar calor y hacer más acogedor un edificio que se caracteriza por sus líneas rectas

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  • Inauguración de los murales -

La Hermandad de San Isidro Labrador de Cartaya ha inaugurado este sábado las pinturas murales con las que ha culminado el proyecto de decoración de la ermita de San Isidro, en el recinto romero cartayero.

Unas pinturas que han sido elaboradas a lo largo de los últimos seis meses por el joven artista onubense de 39 años José María Carrasco, que se ha mostrado “tremendamente orgulloso” por el trabajo realizado, con el que sobre todo ha pretendido transformar dicho edificio religioso en una ermita que transmita calor, así como dar al mismo un carácter más romero y personalidad propia”.

La inauguración de las pinturas de Carrasco ha tenido lugar en el transcurso de un acto organizado por la Hermandad de San Isidro Labrador de Cartaya que ha congregado en torno al santuario del Patrón de los agricultores a numerosos vecinos, así como a representantes de distintos colectivos religiosos del municipio como es el caso de las hermandades del Rosario, Consolación, Carmen, Borriquita, Cautivo, Vera Cruz, Padre Jesús o Sacramental, así como a representantes municipales y de las fuerzas y cuerpos de seguridad de la localidad como la Policía Local o la Guardia Civil.

En primer lugar el autor de las pinturas explicó todos los detalles sobre el trabajo que ha realizado en la ermita, para concluir el acto con una Misa de Acción de Gracias oficiada por el Párroco de la localidad, Manuel Domínguez Lepe, y con el canto de la plegaria de San Isidro.

Carrasco explicó las características de unas pinturas “con la que he pretendido dar a la ermita un poco del sabor barroco típico de este tipo de construcciones tan estrechamente vinculadas a las romerías andaluzas”, así como detalló, “se ha conseguido plasmar una decoración que intenta disimular y dar mayor resplandor a la arquitectura rectilínea del edificio, usando para ello colores alusivos a la Hermandad” como el verde y la gama de los rojos.

El artista también subrayó el carácter cromático del altar, que también ha realizado él mismo y en el que predomina una tonalidad a caballo entre el burdeos y el marrón “lo cual le da personalidad propia”. Se trata de esta forma de un altar “novedoso” y que “remata una obra que en su conjunto puede crear un precedente en este tipo de ermitas romeras en la provincia de Huelva”.

Para el presidente de la Hermandad, Julián Pérez Segura, que agradeció “el enorme esfuerzo y dedicación del artista”, la culminación de las pinturas “ha sido un sueño hecho realidad”, y ha plasmado la “ilusión” por la que ha venido trabajando y “volcando sus esfuerzos” la junta directiva. También agradeció el apoyo y colaboración de los hermanos mayores, la familia Zamorano-García, así como la de todos aquellos ciudadanos de Cartaya que han aportado su granito de arena. En este sentido, la hermandad reconoció especialmente la colaboración de Manuel Sánchez Ruiz, Manuel Rodríguez Sierra, José Palma González y Domingo García Novoa, a los que entregó una placa de reconocimiento. En nombre del equipo de Gobierno intervino Carlos Pérez.

Por otra parte, y según ha explicado a VIVA el autor de los murales, para su elaboración, sobre todo los de la cúpula, ha usado la técnica barroca del ‘trampantojo’, con la que se logra un efecto óptico jugando con el entorno arquitectónico (real o simulado), la perspectiva, el sombreado, el color y otros efectos de fingimiento para obtener lo que técnicamente se conoce como una ‘realidad intensificada’ o, lo que es lo mismo, una ‘sustitución de la realidad’.

Y es que el objetivo del artista, según sus palabras, se ha centrado sobre todo en usar la decoración pictórica de sus murales para intentar dar vida y calor al carácter rectilíneo que marca la arquitectura del edificio, sobre todo la cubierta del presbiterio, en realidad un techo a cuatro aguas que mediante esta técnica ha transformado en cúpula, y el altar mayor, el cual ha adquirido una mayor personalidad.

Para Carrasco ha sido un trabajo “duro pero muy bonito” y su obra “más ambiciosa”, por tratarse, en el caso de la cubierta, de una superficie de más de 100 metros cuadrados. Y es que en su trayectoria artística, además de estos murales, ha realizado carteles para la Hermandad del Rocío de Emigrantes de Huelva, para la Patrona de la capital onubense con motivo de su cincuentenario, o pinturas murales para los laterales de la casa hermandad de Emigrantes y de la Peña Flamenca de Huelva.

Con estas pinturas murales se concluye un proyecto decorativo mucho más amplio que se inició hace ya varios años y a cuyo frente siempre ha estado Carrasco. Dicho proyecto se inició con las pinturas del altar mayor, para proseguir con las colgaduras del interior de la ermita, el decorado de algunos de sus elementos externos como las columnas de sus soportales o la espadaña del campanario, y concluir con las pinturas murales inauguradas este sábado. Sólo falta añadir las vidrieras, que también han sido diseñadas por Carrasco y que ya han sido incluso encargadas.

LOS MURALES

Los nuevos murales de la cúpula de la ermita de San Isidro han sido realizados con pintura acrílica y se basan en una composición principal, donde destacan cuatro óvalos con la representación de los evangelistas de forma tetramórfica: el ángel, el buey, el águila y el león. Flanqueando estos grandes casetones se suceden una secuencia de elementos curvos de mayor a menor tamaño en eje simétrico, consiguiendo desde su base, marcar la ilusión óptica de efecto redondo de la parte superior.

El último elemento definitorio es con el uso de incremento de intensidad de color base conformando un gran círculo que hace el efecto óptico de una cúpula. Enmarcando los casetones aparecen dibujos vegetales planos de varios tamaños para entretener la visión y no fijarse que el techo es completamente plano a cuatro aguas.

Este conjunto se ve completado por cuatro nuevas ventanas; la decoración cromática del altar y las pinturas de los laterales, con diseño barroco, que hace perder la horizontalidad que caracterizaba a la nave principal de la ermita.

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