Un ubetense ilustre

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Cuando ví la película “Alatriste” de Díaz Yanes sobre el personaje creado por Pérez Reverte, hace ya unos cuantos años en un cine de Algeciras, me pasé casi todo el rato identificando los monumentos renacentistas de Úbeda y Baeza en la gran pantalla hasta que me dijeron “picha, cállate ya un rato”.


  Francamente, no acostumbra uno a ver Jaén en el cine, y cuando así sucede (cosa poco frecuente) se hace cierto aquello de que muchas veces no valoramos lo que tenemos. Hace ahora casi dos años, una tarde de diciembre tuve ocasión de darme un paseo por la Plaza Vázquez de Molina, de punta a punta, con un amigo de Cáceres y otro de Talavera de la Reina. Ambos quedaron maravillados por cuanto vieron.


   De vuelta, buscando alcanzar la Plaza de Andalucía me preguntó uno de ellos: ¿Sabina es de aquí, verdad? Sí, y no sólo él. Antonio Muñoz Molina también. Le respondí.


   Muñoz Molina, precisamente, ha sido el único jienense cuyo nombre haya aparecido en algún libro de texto que haya pasado por mis manos, y por ende, el único al que si mal no recuerdo estudiamos en el Colegio...hace ya de esto un buen tiempo también. Su nombre era una excepción, pero también motivo de orgullo en nuestro libro de literatura española. Encontrarse a un paisano como referente de las letras españolas, fue algo que nos sorprendió y por supuesto nos enorgullecía.


  Ha pasado el tiempo y al autor de “Beltenebros”, “El jinete polaco” o “El invierno en Lisboa” ha engrandecido su obra, su vida y su trayectoria hasta el punto que el pasado viernes recibiera en Oviedo el Premio Príncipe de Asturias. Su ejemplo es el espejo donde muchos jienenses deberíamos mirarnos. Aquí no estamos acostumbrados a que alguien de Jaén sea un referente mundial. Al menos a él, hace ya años que se le viene reconociendo de forma institucional en la provincia su trayectoria y su figura en sí. Me alegré, e incluso me emocioné, cuando supe que había ganado el Premio Príncipe de Asturias este año.


    Me alegré cuando supe, desde la distancia, que era nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Jaén un par de años atrás. Bien estaría  si fuera posible en el Campus de Las Lagunillas, donde cada edificio lleva el nombre de algún jienense ilustre de tiempos pasados, al menos uno luciera el suyo. El de un jienense contemporáneo, referente de las letras y la cultura española, para que precisamente los estudiantes de esta provincia vean que es posible llegar a lo más alto de la intelectualidad habiendo nacido en Úbeda.

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