Volkswagen Golf, laureles perennes

Decir Volkswagen Golf es poner un entorchado en el mundo del automóvil, demostrativo de sus siete generaciones desde 1974 y de las más de 29 millones de unidades que ha vendido en ese dilatado tiempo. Unos registros que ya superan los de otro mito de la marca alemana como el Beetle.

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  • Volkswagen Golf. -

Decir Volkswagen Golf es poner un entorchado en el mundo del automóvil, demostrativo de sus siete generaciones desde 1974 y de las más de 29 millones de unidades que ha vendido en ese dilatado tiempo. Unos registros que ya superan los de otro mito de la marca alemana como el Beetle, hoy recordado con formas evocadoras.
La séptima generación del Golf ha reverdecido los laureles que se colocó desde la primera, como referente casi inamovible del segmento más difícil del mercado: el de los compactos. Y para muestra de sus galones, ahí está ese premio de Coche del Año en Europa, proclamado con la suficiencia de votos necesaria como para que no haya discusión sobre los valores que trae el nuevo ejercicio de la casa de Wolfsburg en su modelo más emblemático.
El nuevo Golf adopta unos trazos más lineales, más limpios, muy sobrios, pero con el ADN de ese diseño que ha encandilado ya a unas cuantas generaciones de conductores.
Para empezar es el modelo que ha estrenado la plataforma MQB, utilizada para los nuevos A3 y Seat León y, aunque sean rasgos que se ocultan o disimulan a la vista, no puede dejarse en el olvido el avance del eje delantero, el alargamiento del capó, el cambio de formas geométricas de los faros, la mayor anchura del pilar trasero y una mayor circunferencia de los pasos de rueda.
En su repaso visual por partes, el Golf VII expresa en su delantera una mejora aerodinámica, la parrilla alargada y estrecha, con el logotipo en todo su centro, el capó en pronunciada caída, la toma de aire inferior discreta en sus dimensiones y los faros en una geometría sencilla, pero sugerente.
Desde dentro sigue el estilo Golf prácticamente invariable, es decir muestras de sobriedad, pero sin que falte de nada. Los asientos transmiten comodidad para abordar un buen número de kilómetros, con buen recogimiento de las zonas dorsal y lumbar, y bien regulados para ofrecer una visión panorámica casi total.
La posición de conducción está perfectamente medida para conducir con el máximo confort y acceder con ojos y manos a los dispositivos instrumentales del coche, con la excepción de la amalgama de botonadura del volante que, por su abundancia, ha tenido que recurrir a un tamaño mínimo.
Volkswagen ha introducido en el Golf VII una muy cuidada selección de motores, algunos nuevos en la gama. Uno de ellos es el probado, el 1.4 TSI (gasolina de inyección directa) con potencia de 140 CV, muy medido para complementar prestaciones deportivas y económicas, pues no en vano, a través de la pantalla táctil del salpicadero se pueden elegir hasta cuatro programas de conducción al gusto de cada condición y estado del entorno.
Este propulsor encandila por su refinamiento que tiene el primer apoyo en un silencio de marcha digno de elogio y que luego se extiende con unas reacciones rápidas y vigorosas. El motor se deja llevar con suficiencia por debajo de las 2.000 vueltas y, desde ese punto, empujar con mucha solvencia, más acusada, si se opta por el programa sport. De este modo, asegura recuperaciones con plenas garantías para solventar maniobras apuradas.
De la suficiencia de sus desarrollos una muestra es que a la velocidad máxima legal en la velocidad más alta presenta un régimen de giro que apenas sobrepasa las 2.000 revoluciones.
La marca ha puesto un énfasis, quizás exagerado, en el consumo. Habla de que este nuevo Golf ha sido capaz de reducirlos de forma considerable, sobre todo gracias a una minoración del peso total en algo más de cien kilogramos, por los recortes en el sistema eléctrico, los grupos constructivos, el chasis y la construcción. Mérito indiscutible lo tiene, pero homologar esta versión con 5 litros es un decalaje excesivo frente a la realidad de un consumo en prueba de 7,5 litros, con muy escasas ocasiones de conducción exigente. De las emisiones apunta que las ha hecho caer un 23 %.
De la finura del funcionamiento motriz buena parte de culpa es del cambio automático de doble embrague DSG de siete velocidades, siempre y en cualquier circunstancia, alabado por su suavidad y precisión. Lástima que no se haya caído en el detalle de dotar de un mayor tamaño a las levas de cambio ubicadas detrás del volante.

Los laureles perennes del Golf tienen buena parte de su argumentación en las excelencias del chasis que le permiten circular con una sensación de aplomo y seguridad propia de berlinas de categoría muy superior. Trazar con el nuevo Golf es un ejercicio pleno de exactitud, incluso en recorridos muy curvos donde para encontrar una ligera falla hay que exprimir al máximo los apoyos y, aún así, todavía sorprende por una gran facilidad de corrección.
La rodadura adopta un sistema muy bien medido de suspensiones, con el grado adecuado de dureza y recorrido.
La casa de Wolfsburg puede presumir de llevar a este Golf lo más sofisticado en materia de elementos electrónicos de seguridad. Por ejemplo, es el primer Volkswagen con freno anti-colisiones múltiples, sistema de protección a los ocupantes previo a una colisión, control de velocidad de crucero adaptativo con sistema de detección frontal y asistente de frenada de emergencia automático.
El apartado precio encuentra siempre en el Golf una parte, cuando menos, discutible. La posición preeminente del modelo, sin ser un premium, también se desmarca de los criterios generalistas. Sobre esa equidistancia fija precios. Es un compacto caro o barato, según se mire, pero la respuesta que tiene ante el público refuerza el aserto de que el mercado nunca se equivoca.

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