La propuesta y la idea partieron del excelente guitarrista Jesús Alonso, quien acompañó a todos los cantaores de la noche. Jesús, además, no se conformó con tocar, sino que también “aliñó” la velada contando sus anécdotas y vivencias en sus diferentes etapas de la vida, ya que su profesión en un principio fue de músico.
Empezó a oírse el más viejo fandango malagueño conocido, según dijo Antonio Mairena, de la garganta de Antonio Pérez, vecino de Motril, que vino a demostrarnos que para el Flamenco la edad no es un impedimento. A sus muchos años, Antonio domina todos los palos del Flamenco y nos cantó ese fandango local de la bonita y pintoresca ciudad de Ronda: una rondeña. Los aplausos del público, totalmente merecidos, animaron al artista a interpretar otro palo que está considerado como uno de los pilares básicos del flamenco: la soleá.
Fina García hizo su aparición en el pequeño escenario con el consiguiente manojo de nervios de quien no es un profesional del cante. Tanteó al público con un cante que en Cádiz comenzó llamándosele tango tiento (tango lento). Dicen que Enrique El Mellizo engrandeció el tango hasta convertirlo en tiento. Fina, conforme cantaba, se tranquilizaba y las letras patéticas y sentimentales del tiento sonaron a gloria. Siguió con un tango, estilo básico del flamenco, con notas serenas y solemnes, y es que los tangos son cante gitano de tipo básico como la soleá o la seguiriya. El final de su actuación fue un ramillete de fandangos de Huelva que hicieron intervenir a un público que estaba totalmente entregado al recital.
Otra mujer se subió al escenario después de la actuación de Fina García y aprovechando el buen ambiente de la sala, empezó su maravillosa actuación. Carmen Montes inició su cante por “granaína”, curiosamente un cante que pertenece al grupo de los cantes de Levante. Sus líneas interpretativas más importantes corrieron a cargo de Frasquito Yerbagüena y Antonio Chacón. Las granaínas están muy lejos del tronco del árbol flamenco, según Ricardo Molina, pero al público siempre le gusta escuchar algo de la tierra. Carmen también nos obsequió con una colombiana, magníficamente interpretada, que consiguió los fuertes aplausos de un público entregado.
Es de destacar cómo un modesto recital nos puede llevar a dos grandes conclusiones. Por una parte, sentimos que el flamenco no tiene edad: la veteranía de Antonio Pérez lo ha dejado demostrado. Y por otra parte, es agradable comprobar que la Mujer se incorporó al flamenco y sigue firme en él.
Mención especial merece Jesús Alonso, que no sólo ha sido el artífice de la organización del recital, sino que ha sido el guitarrista de todos los artistas y sus compases de guitarra han resonado por toda la sala inundándola de arte.
Pero la noche y el arte no se acabaron aquí, ya que como auténticos profesionales, todos los artistas del recital se unieron para un fin de fiesta, interpretando fandangos de Alosno (Huelva), la cuna del fandango.
El público disfrutamos y tuvimos el privilegio de asistir a una velada donde, una vez más, el flamenco fue el protagonista. Quedaremos emplazados para una nueva cita, probablemente el día 27 (viernes) próximo. Esta vez serán protagonistas los artistas-aficionados de nuestro municipio.
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