Desde luego, con el Toro del Aleluya no surgieron las dudas de poco antes con las cofradías, y ni siquiera las previsiones de fuertes lluvias para la jornada del Domingo de Resurrección fueron un obstáculo.
Era mediodía y, a galope, el primero de los toros salió del cajón ubicado en la calle Gomeles. La res, de nombre Ameno, negro bragado, del guarismo de 2006 y de la ganadería de Montes de Oca, sufrió alguna caída como consecuencia del un suelo mojado muy resbaladizo y peligroso, también por los restos de cera de las procesiones cofrades.
En apenas quince minutos, el toro ya había hecho su recorrido en dos ocasiones, con lo cual se confirmó ese “buen juego” que auguraba la empresa Ruedos del Sur, este año responsable de la contratación de los toros en un servicio prestado al Ayuntamiento de la ciudad. El animal embistió contra fachadas y el vallado, incluso levantando una plancha metálica y causando un golpe a una espectadora cuando había cumplido la mitad de su recorrido.
A los cuarenta minutos de la salida, empezó a llover, quedándose el toro prácticamente solo ante la ausencia de corredores. Pese al agua, el animal dio pruebas de su buen estado físico y de la indiferencia de la lluvia, pues en una nueva galopada hizo gran parte del recorrido. Tal era su estado, que durante unos momentos se habló de indultarlo. No obstante, comenzó a sangrar por las pezuñas, corriendo la sangre calle abajo con la lluvia.
Ya era la una de la tarde y el equipo de protección de toro no conseguía ensogarlo para devolverlo al cajón. El animal se resistía ante su frescura. El capote no era solución. Finalmente consiguieron engancharlo por un solo cuerno, con lo que no pudieron arrastrarlo hasta el cajón. No fue hasta las dos y veinte minutos de la tarde cuando Ameno entró en el cajón, no sin varios intentos, algunos rocambolescos como intentar ensogarlo desde una terraza.
Pasadas las tres y media de la tarde; es decir, media hora más tarde de lo previsto, se soltó a Colombiano, toro castaño de la misma ganadería que partiría como una exhalación para hacer el recorrido completo entre la calle Corredera y Gomeles en apenas cinco minutos, ofreciendo en este sentido las mismas características que su antecesor.
El toro embistió contra un joven que sufrió un duro golpe contra la pared, siendo evacuado con urgencia hasta el hospital de campaña. Aunque inicialmente el herido parecía inconsciente, más tarde trascendió que fue una posible rotura de costillas, con lo que estaría fuera de peligro.
Poco después, el toro también embistió contra las vallas situadas en Peña Picada. Ya entonces eran muchos más los corredores que con el toro anterior, pues el cese de las lluvias lo permitió, además, con el agravante del alcohol entre los participantes. De hecho, las fuerzas de seguridad retiraron del recorrido a un joven por la temeridad mostrada como consecuencia del consumo de alcohol. En esta ocasión, Colombiano cumplió su horario y fue encajonado a las cuatro y media de la tarde.
El festejo taurino volvió a celebrarse bajo unas fortísimas medidas de seguridad pese a ser inferior el número de corredores y de público en general. Participaron el propio equipo de seguridad del Toro, Protección Civil, Policía Local, Guardia Civil, Bomberos, Cruz Roja y los medios del centro de salud de la ciudad. Poco antes de la primera suelta, las calles fueron animadas por una charanga popular que iba invitando al público a bailar.
Entre las novedades, cabría destacar la instalación de aseos en la vía pública y, por primera vez, del hospital de campaña en el campo de fútbol del colegio La Salle, una recomendación directa de la Junta Local de Seguridad reunida hace unas semanas para preparar el evento.
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