Tras las elecciones, el PSOE prestó seis senadores al PNV y tres a CiU para que ambos sumaran diez y tuvieran así representación. En la práctica significa que, durante unos días, los senadores pasan a ser nacionalistas y luego, una vez pasado el periodo de sesiones (el registro del grupo anual), vuelven a ser socialistas de nuevo. Idealismo express. Ahora, con el nuevo año vuelve a pasar lo mismo, y de ahí la cesión de las dos senadoras. Pero no estamos hablando de cromos o del carné de socio de un club de fútbol que se deja para que alguien ocupe el lugar de otro. En Cádiz, eligieron a la senadora socialista María Jesús Castro, no a uno del PNV. Lo que hace el PSOE podrá ser legal, pero moralmente es reprobable y escandaloso. Si PNV y CiU no se han ganado en las urnas el estar en el Senado con grupo propio, pues que no estén. Detrás de estas trampas existen acuerdos necesarios para gobernar, pero a los votantes socialistas de Cádiz y Zamora se les debe una explicación ¿Quién argumenta ahora que las decisiones de los representantes responden a los deseos de los ciudadanos?.
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