Julio González Hontoria

Brilló la fiesta de San Antón, entre otras cosas, por el magnífico domingo que pudimos disfrutar y por el marco incomparable del parque González Hontoria...

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Brilló la fiesta de San Antón, entre otras cosas, por el magnífico domingo que pudimos disfrutar y por el marco incomparable del parque González Hontoria. Y como contrapunto al colorido y la luz de una mañana auténticamente festiva las sombras de unos jardines que perdieron hace ya mucho tiempo su belleza, su romanticismo y sus esplendores. Mientras el albero se llenaba de animalitos y chiquillos disfrutando en las distintas actividades organizadas por el Ayuntamiento, en otro rincón del parque que, en tiempos, también fue un espacio para la diversión y para el esparcimiento de los niños, los jardines de la Rosaleda siguen sin vida apenas entre estatuas mutiladas y una vida vegetal con síntomas de abandono y contemplándolo todo el busto, que un día realizara Chaveli, de un alcalde para la historia, el alcalde al que le debemos el acondicionamiento del parque, el alcalde ejemplar por tantos motivos, Julio González Hontoria, alcalde de Jerez en cuatro ocasiones 1902, 1905, 1912 y 1914 hasta 1919.

Sanluqueño de nacimiento, de él dicen los historiadores que fue un auténtico benefactor de la ciudad, durante su mandato como alcalde se realizaron en Jerez muchas e importantes obras públicas. Además del parque, suya fue también la iniciativa para la construcción de la desaparecida línea ferroviaria Jerez-Sanlúcar de Barrameda, desempeñó elevados cargos en diversas entidades como la Compañía Sevillana de Electricidad, la Cruz Roja, etc. En el año 1902, estando al frente del Ayuntamiento, solucionó la huelga de obreros agrícolas, sin recurrir a medios violentos y otras medidas coercitivas tan al uso en aquellos tiempos, lo cual le valió una felicitación del Rey, que le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica. Poseyendo varias preciadas condecoraciones, entre ellas la encomienda de Carlos III. El Ayuntamiento de Jerez le concedió el título de Hijo Adoptivo.

Cuenta el historiador Antonio Mariscal en su libro sobre Jerezanos para la historia que a lo largo de la dilatada vida de Julio González Hontoria mereció el aprecio y el respeto de todos, sin distinción de clase o color político, hasta el punto que aún habiendo sido alcalde de la monarquía, el 29 de abril de 1931, al poco tiempo de instaurarse en España la 2ª República, fue inaugurado el antes mencionado busto por parte del nuevo Ayuntamiento. El acto estuvo presidido por el primer teniente de alcalde, Antonio Roma, acompañado por ediles de los distintos partidos que gobernaban el municipio, comenzando con el descubrimiento del mencionado busto oculto por la bandera republicana y al compás del himno de Riego. El Sr. Roma alabó las gestiones del ex alcalde y su labor, que no dudaba de meritoria, lo que hacía que su nombre fuese respetado y recordado.
Todo un ejemplo, en estos tiempos en los que se juzgan a los mandatarios por la época que le tocaron vivir y no por sus servicios a la sociedad, de respeto y consideración hacía un alcalde que se entregó a su ciudad independientemente de su ideología política, hay que recordar que en 1893 había abandonado el Partido Republicano después de haber formado parte de la Junta Revolucionaria por dicho partido y haber salido elegido Diputado Provincial en 1891, y que fue alcalde sirviendo a la monarquía. Pues a pesar de todo ello los republicanos le rinden un homenaje y le levantan un monumento, unas enseñanzas que quizás no deberíamos perder nunca de nuestra memoria histórica.

Tantos méritos y alabanzas mostraba el pasado domingo el más claro de los abandonos, e incluso desprecio, a todos los que pasaran ante el busto de González Hontoria en el parque. Una papelera boca abajo tapaba la cabeza del ilustre alcalde y benemérito jerezano y encima de ella una botella vacía de cerveza. O bien el recordado mandatario se colocó aquello para no ver lo poco que queda de la Rosaleda o para llamar la atención sobre cómo se encuentra el parque que lleva su nombre o bien fue una gracia de algún animal que aquel día no fue bendecido, lo cierto es que Julio González Hontoria y su parque siguen hoy esperando tiempos mejores. 

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