El capo napolitano llegó a Fiumicino escoltado por agentes de la Interpol poco antes de las tres y media de la tarde, como un pasajero más del Airbus A320 en vuelo regular fletado por Alitalia y que partió desde Madrid. Con gafas, un jersey azulino de manga larga, pantalones vaqueros y una bolsa de lona al hombro, Polverino dijo riendo a los periodistas que encontró nada más bajar del avión: “No soy fotogénico”.
Escoltado por un grupo de agentes, el capo fue trasladado a continuación en un furgón blindado hasta el juzgado para sellar la documentación relativa a su nuevo ingreso en prisión, en una cárcel de máxima seguridad, a la espera de comparecer ante el juez, al que deberá responder sobre los numerosos cargos que se le imputan en Italia, y que van desde extorsión vinculada a prácticas mafiosas, tráfico internacional de drogas, contrabando y blanqueo de capitales obtenidos por su clan.
En paradero desconocido desde el año 2006 y tras un año dentro de la lista de la Interpol de las personas en busca y captura más peligrosas, el pasado mes de marzo fue localizado en Jerez en una operación coordinada entre la policía napolitana y la Guardia Civil.
Su regreso a Italia ha vuelto a despertar una enorme expectación, como ya ocurriera tras su detención, ya que la operación policial tuvo una gran repercusión político-judicial, entendida como una nueva batalla ganada a la mafia del sur del país.
Su imperio da buena cuenta de la relevancia del personaje: 43 empresas (entre ellas, hoteles, joyerías y granjas), 19 villas, 175 casas distribuidas en Italia y en el extranjero, más de 100 parcelas de terreno, 141 locales entre garajes, tiendas y almacenes, además de 117 autos, 62 camiones y 23 motocicletas. Un tesoro evaluado en torno a los mil millones de euros.
El incremento patrimonial del clan Polverino, no obstante, ha venido a poner de manifiesto los nuevos modos de la Camorra napolitana, cada vez más alejada de la “vieja escuela” y más próxima a códigos empresariales, que constituyen la base del imperio forjado por el conocido capo. Así, según publicaba Il Denaro, “los investigadores hablan de él como un personaje inquietante, con una inteligencia poco común y significativa capacidad empresarial, capaz de diversificar sus inversiones en actividades aparentemente lícitas, no sólo en la industria de la construcción, sino también la alimentaria”.
Es más, el Departamento de Investigación dirigido por Maurizio Vallone, destaca del grupo delictivo en el último informe semestral de 2011 que se caracteriza por “un notable espíritu empresarial. La vieja identidad anacrónica de la Camorra ha sido reemplazada por el empresario-manager-estafador”. Durante los años que Volperino ha permanecido en fuga, la policía ha sido incapaz de interceptar su voz en una llamada telefónica, y las referencias a su persona se realizaban a través de alias.
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