En esta vida donde sobra el materialismo y faltan muchos sentimientos, ¡qué falta que nos hacen esos abrazos tuyos que llegaban al alma! Yo también quisiera ser como tú. Y como el gran amigo Pepe Castaño escribió hace poco en Cofrademanía, también quisiera poder describir todo con esos suaves gestos, enterarme de todo sin leer nada, estar en todos sitios sin estorbar, comer cuando te lo dan, tener reservada barrera de sombra en el cielo, aparecer siempre con esa presencia tan especial, ser un mártir que nunca se queja, un cofrade que nunca ofende...
Ya los Jueves Santo no serán lo mismo. Ya no irás delante de tu Madre Confortada sino que ahora estarás arriba, junto a ella, como otro ángel que eres. Ya no te hará falta darte todas las prisas del mundo para tener esa primera papeleta de sitio de tu Oración. Ahora seguirás siendo de los primeros en la Gloria, ya que eres uno de los invitados especiales del Cielo. Todos nos tenemos que ir, pero pocos dejarán tanto amor a los demás.
Muchos sueñan con el prestigio, con la fama, el dinero, con ganarle la batalla al rival para ser alguien a cambio de todo, pero sólo los elegidos como tú, Manolito, pueden repartir tanto cariño y ser recordados con tanto amor. Ya no será lo mismo, no te encontraremos, pero siempre nos quedará una imagen de persona ejemplar, jerezana, cofrade y grande. Y aunque no estás, a muchos nos gustaría pasear por una calle, si fuese cofrade mejor, que se llame Manolo Mesa.
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