La toma de posesión del que será el primer presidente negro de EEUU, el próximo martes, es un acto histórico que atraerá, según calculan las autoridades, a cerca de dos millones de personas al centro de Washington, la cifra más alta jamás alcanzada para una jura presidencial.
A ello se suman las cerca de 300.000 personas que se espera que asistan al desfile que llevará a Obama desde el Capitolio, donde tendrá lugar la ceremonia de investidura, a la Casa Blanca.
Otro medio millón podría darse cita el domingo ante el Monumento a Lincoln, donde tendrá lugar un macroconcierto de bienvenida al presidente electo.
Los servicios secretos insisten en que no han detectado indicios de una amenaza terrorista específica, pero el dispositivo de seguridad carece de precedentes ni siquiera en esta ciudad acostumbrada a codearse con los más poderosos.
El presidente George Bush decretó el martes el estado federal de emergencia en Washington para permitir que la capital pueda sufragar con fondos del Gobierno medidas de protección “destinadas a salvar vidas y proteger la seguridad pública”, según la Casa Blanca.
Se trata de la primera vez que se decreta un estado de emergencia federal –algo que suele ocurrir tras desastres naturales– para un acontecimiento político, informó el portavoz de la Casa Blanca Scott Stanzel.
El dispositivo de seguridad estará coordinado por el Servicio Secreto, pero en él participan 57 agencias federales y locales.
Un total de 23 subcomités abordan posibles incidentes que abarcan desde explosivos a altercados del orden público.
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