La impredecible sucesión de ganadores, esa anarquía iniciada en abril de 2009, sigue incrustada en el palmarés de los cuatro torneos más relevantes del mundo. Desde que el gobierno de Tiger Woods perdiera competencias la brújula del Grand Slam gira desbocada de este a oeste y de norte a sur.
Los norirlandeses Rory McIlroy, de 22 años (Open USA), y Darren Clarke, que el domingo cumple 43 (Open Británico), han sido los dos últimos agraciados por ese aparente disloque. En Atlanta, el golf español suspira por que la suerte sonría a alguno de sus representantes: Jiménez, Olazábal, García, Quirós y Larrazábal.
El Abierto estadounidense de 2008 marcó el fin de una jerarquía encabezada por Tiger. El californiano levantó el trofeo, su decimocuarto y último major, y se fue directo al quirófano para restañar la rodilla izquierda. Su cuenta particular sigue desde entonces a cuatro del récord que ostenta Jack Nicklaus (18).
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