Aquella noche aprendí dos cosas. La primera, a relativizar la trascendencia que damos los hermanos de una cofradía al hecho de poder hacer o no estación de penitencia a causa del mal tiempo, porque como me resumió en una ocasión Don Manuel Lozano de forma rotunda, “si está de Dios, está de Dios, y si no, también”. La segunda, que donde esté un hombre curtido en el campo, con años de sabiduría interpretando las nubes, el sol y los vientos, se pueden quitar todos los satélites y las páginas web que digan, minuto a minuto, el tiempo que va a hacer en la madrugá del Viernes Santo, porque sólo sirven para generar más incertidumbre. Es más, ni siquiera pueden con el refranero, aquél que dice que la Semana Santa se moja si lo hace el Miércoles de Ceniza; y este año, en el inicio de la Cuaresma, caían chuzos de punta. Será cuestión de institucionalizarlo con una página web (por ejemplo: www.miércolesdeceniza.es) que nos predisponga de cara a la semana de Pasión y que, de paso, tenga mejor repartido el negocio, ya que quien lo ha hecho en esta ocasión han sido los portales meteorológicos, desbordados por las miles de visitas que han recibido cada día para conocer cuál era su previsión del tiempo.
Estabas en la parroquia y todo el que llegaba traía nuevos datos que había consultado desde su casa antes de salir; otro llegaba con un contacto de alguien que conocía en las Azores que era el más exacto de todos; otro sacaba el i-phone; y si te ibas al bar a tomar una tapa para seguir con la tertulia, siempre había alguien que se colaba detrás de la barra para usar el ordenador y actualizar los últimos datos. Maldonado, de tanto citarlo, parecía ya alguien de la familia que ha venido de vacaciones y aprovecha los reencuentros para instruirte en isobaras y frentes nubosos.
En suma, una tensa espera que se ha hecho, por desgracia, demasiado habitual a lo largo de la última década, sin que sepamos atribuir si se debe a que el tiempo ya no se comporta como antes o a que con tanto avance tecnológico vivimos presa de cierta ansiedad artificial. Hasta en el templo de María Auxiliadora, cuando los hermanos de la Redención regresaban de su frustrada estación penitencial, se les consolaba desde el púlpito con un “esto no tiene nada que ver con Dios, la culpa de todo la tiene el tiempo”, que, por cierto, era como venir a echar por tierra lo que el cura Manolo se empeñó en instruirme hace mucho tiempo atrás -no sabía yo que Dios necesitara ahora de expertos en marketing para cuidar su imagen-.
El caso es que a falta de poder disfrutar de la mitad de cortejos procesionales, esta Semana Santa ha habido tiempo para introducir nuevos elementos en el debate cofrade; entre ellos, el del cambio de la carrera oficial, como oportuno globo-sonda que, pese a todo, deberá aguardar al próximo otoño para plantearse donde debe hacerlo.
Pecados políticos en precampaña electoral
La Semana Santa también ha servido para demostrar -si no era ya evidente- el absurdo articulado incorporado este año a la Ley Electoral, al que sólo le ha faltado exigir que los candidatos tengan que pedir permiso para ir al lavabo. Lo hemos visto con la estúpida polémica de los ramos de flores del PP a las hermandades de Jerez. “Estúpida”, porque ese nuevo artículado permite que situaciones normales pasen a considerarse excepcionales y todo esté sujeto a una doble e innecesaria interpretación.
La incógnita del Foro Ciudadano
El papel que va a desempeñar el 22-M el Foro Ciudadano sigue siendo una incógnita; más aún después de dar a conocer una lista en la que sí figuran ex concejales de la etapa de Gobierno de Pedro Pacheco, en contra de las intenciones iniciales. Para el ex alcalde, en cualquier caso, la lista es lo de menos, porque el candidato es lo demás y, de hecho, todo en el Foro gira en torno a su figura, algo en lo que tiene mucho que ver el excelente e incansable trabajo que está realizando Rafael Plaza como jefe de campaña.
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