Una organización se define como un conjunto de medios humanos y materiales, adecuadamente coordinados, orientados a conseguir ciertos objetivos.
Los medios son los que son y nunca son suficientes. Ya quisiéramos tener en Jaén trenes de alta velocidad, aeropuerto, mejores carreteras, más empresas e industrias que generen más empleo y más valor añadido, un sector agrario más profesionalizado y tecnificado, más hoteles, más turistas, más titulaciones en nuestra universidad, más profesionales de todo tipo, más políticos comprometidos con la tierra que dicen defender más que con las siglas del partido que los ha puesto donde están, más ciudadanos que les exijamos, recompensando lo bueno que hagan y castigando su indolencia y el ostracismo al que nos condenan, en lugar de votar “a los nuestros” aunque no hagan nada, porque “los otros” son lo peor de lo peor. Pero la realidad es la que es y tenemos los medios que tenemos.
Aceptando que todos compartimos el objetivo de mejorar Jaén, nos falla la coordinación y la colaboración. Cuando el esfuerzo parte de un signo político la oposición suele buscar más el desgaste y los errores del que manda, que la coordinación para conseguir los objetivos comunes. Todos queremos que los demás nos apoyen en lo que hacemos, pero otra cosa es que estemos dispuestos a apoyar lo que los demás hacen. Cuesta trabajo aceptar ser cola de ratón en lo ajeno. Mejor no colaborar (o aparentar hacerlo) y esperar a ser cabeza de león en lo propio cuando el otro no consiga sus objetivos, aunque muchas veces esos pretendidos reyes de la selva se queden en lindos gatitos que ronronean a sus amados líderes, o en aspiraciones despeluchadas.
Esta semana de Pasión que antecede a la Semana Santa anticipa el calvario de una provincia que parece condenada a ser la última, a ser siempre sacrificada por los Barrabás de turno, porque ya estamos en el Paraíso Interior, ¡qué más queremos! Nos han negado muchas cosas muchas más de tres veces y ahí seguimos, metiendo hombro a cada rato para seguir adelante en una estación de penitencia permanente. Tenemos mucha experiencia en malas “igualás” en las que la carga no se reparte bien, con los de siempre llevando más peso del que deben y otros, profesionales del postureo, expertos en aparentar esfuerzo y compromiso. Cada cierto tiempo nos dicen que ahora es la buena, pero casi nunca es, como se dice en el argot cofradiero, ¡a ésta es, “tos” por igual!
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