Nada que ver con la mediática investidura, aunque de revueltos se trata. Aquellas personas que se llaman Rafael, Miguel o Gabriel son felicitadas el día 29 de septiembre, ya que la Iglesia celebra la festividad de esos tres arcángeles. No obstante, Rafael tiene otra fecha, el 24 de octubre que, esta vez en solitario como San Rafael, se sigue celebrando en Córdoba. Cuando felicitan a cualquier persona, por tradición, lo mínimo es dar las gracias por esos buenos deseos. Aunque no se sea creyente se tiene el mayor de los respetos por las tradiciones. Sobre todo porque, conociendo el origen de las mismas y las creencias que actualmente profesan quienes me rodean, estas tradiciones han perdido una gran parte de su anterior carga ideológica. Tradicionalmente San Rafael se celebraba el 24 de octubre, pero el Vaticano cambió este día del santoral que se antoja difícil de justificar por lo que se comentará posteriormente. No obstante, es fácil concluir, conociendo que el santoral es enorme, que hay que arracimar nombres para dar cabida en los 365 días los 7000 santos que la Iglesia Católica recoge en la última edición (2005) del Martirologio Romano. Esta relación contiene los nombres de los santos hasta el cisma de la iglesia oriental y a partir de 1054, sólo los nombres reconocidos por la iglesia Católica Romana. De sumar todos los proclamados por ambas iglesias el número sería casi el doble e incluiría como santo a personas tan poco ejemplares como el Zar Nicolas II de Rusia, recientemente canonizado por la Iglesia Ortodoxa Rusa. Volviendo a los arcángeles cabe precisar que aun estando en el santoral estos arcángeles no lo son, ya que la santidad sólo alcanza a los débiles mortales que, bien por interés de la Iglesia, propagandístico o material, hace santos a determinadas personas una vez fallecidas. Siguiendo a los guardianes de la doctrina, los arcángeles son otra cosa, ya que los santos no pertenecen a los “coros celestiales”. Un arcángel se sitúa en el lugar octavo de esta categoría de entes, seres, creados directamente por la divinidad y que están a su servicio. Por delante, en orden jerárquico, estarían, los serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, y principados. Detrás de ellos, supuestamente bajo su autoridad, estarían los ángeles en noveno lugar. El arcángel es un enviado a la Tierra a desarrollar actuaciones por voluntad de la divinidad. Haciendo un recorrido por las realizadas por cada uno de estos tres arcángeles se antoja muy difícil equipararlos. El arcángel Rafael, aparece en el libro de Tobías. Interesante texto digno de una película de Indiana Jones. Aventuras del muchacho Tobías que es acompañado por el Arcángel durante su viaje a tierras lejanas. Rafael le facilita a Tobías instrucciones para que resuelva los retos a los que tendrá que enfrentarse, lo acompaña y orienta, dándole remedios médicos para curar la ceguera de su padre. Gabriel aparece en el nuevo testamento como el anunciador del embarazo de María, le trae la “buena nueva” que en la mayoría de las ocasiones es recibida con alegría. Hasta aquí dos arcángeles que nada tiene que ver con la violencia. Pero, qué se puede predicar de Miguel, cuyo nombre viene a significar “¿Quién como Dios?’. Este arcángel es harina de otro costal, ya que fue el general en jefe de las tropas celestiales mandadas por la divinidad contra las huestes infernales, demonios que al parecer eran ángeles rebeldes. Sólo este hecho podría poner en entredicho la juntera con los otros dos buenos arcángeles, pero no queda en esto la actuación de Miguel, ya que es posible calificarlo de primer antidisturbios encargado de un desahucio. El primero conocido en los anales de la antigüedad: La expulsión de Eva y Adán del paraíso. Por incumplimiento de contrato y sin denuncia en juzgado, ni nada. ¿Y a quién envió la divinidad para expulsar del paraíso a Eva y Adán? Nada más y nada menos que al arcángel San Miguel, que con el arma reglamentaria, su espada de fuego, obligó a la primigenia pareja a abandonar el lugar. Ni una porra, ni sprai,… !una espada de fuego!. Ni alternativa habitacional, ni nada de nada, ¡a la tierra para sufrir!. Porque esa era la condena, de una divinidad que es predicada en su vertiente paternal, aunque las escrituras están llenas de actos de venganza. Visto lo visto, no pega juntar estas tres “personalidades” arcangelicales tan opuesta en un mismo día. Aunque bien pensado, la Iglesia en su sabiduría y con el devenir de los tiempos haya optado por juntar a Miguel con los otros dos para que pase más desapercibido.
Este texto nada tiene esto que ver con los respetables nombres de Miguel, Rafael o Gabriel. En España más de medio millón de personas los llevan -según el Instituto Nacional de Estadísticas: Rafaeles 225.202 (edad media: 52,5 años); Gabrieles 72.447 (edad media: 37 años) y Migueles 237.777 (edad media: 47,4 años). Antiguamente, al recién nacido se le endosaba el nombre del santo del día. En estos años las personas reciben sus nombres normalmente por sintonía con sus progenitores, o familiares de estos, para que de alguna forma se mantenga su recuerdo entre los vivos. Aunque esta costumbre se ha ido perdiendo y al final son las series televisivas y el cine quienes aportan nuevos nombres, relacionados con la tierra, el espacio, astros, etc… que enriquecen el listado de nombres, que en su mayoría ya no se califican de “pila”. Aunque la Iglesia Católica, que lo tiene todo previsto, ha dejado el 28 de diciembre como fiesta para todos los nombres que no figuran en el Santoral. En definitiva suerte tienen los Rafaeles de poder celebrar su día el 24 de octubre en solitario.
Fdo Rafael Fenoy
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