La primera jornada del juicio que enfrenta a Arantxa Sánchez Vicario y Josep Santacana por un presunto delito de alzamiento de bienes ha resultado ser altamente emocional y reveladora. La Fiscalía pide para ambos 4 años de prisión y una multa de 6,1 millones de euros, relacionada con una deuda de 7,5 millones de euros con el Banco de Luxemburgo.
A su llegada al Juzgado Penal 25 de Barcelona, la que fuera campeona de Roland Garros evitó hacer declaraciones. Sin embargo, ante el juez, Sánchez Vicario rompió su silencio y se convirtió en la protagonista del arranque del juicio. Mostró su arrepentimiento y apuntó directamente a su exmarido, Josep Santacana, como el principal culpable de la situación.
Emocionada y en múltiples ocasiones al borde de las lágrimas, la extenista asumió su "responsabilidad en el presunto delito de alzamiento de bienes", algo que ya había reconocido hace dos años. Explicó que nunca gestionó su patrimonio porque "desconozco cómo se hace. Me he dedicado al tenis y siempre me he fiado de terceras personas y en estos momentos era mi marido quien gestionaba todo". Señaló que quiso pagar la deuda, pero fue su exmarido, a quien llamó "el señor Santacana", quien se opuso.
La declaración de Sánchez Vicario tuvo que ser interrumpida en varias ocasiones debido a su nerviosismo. Finalmente, la extenista salió del juzgado en torno a las 13:30, acompañada por su abogado, Borja Vives Iborra, quien también declinó hacer declaraciones, manteniendo el misterio sobre el curso del juicio.
Con un tono reservado, Iborra expresó: "No haremos ninguna manifestación. Queremos preservar el juicio", dejando en el aire las razones que llevaron a Sánchez Vicario a romper su silencio cuando no estaba previsto que lo hiciera.
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