José Castro ha destacado que el importante trabajo de los técnicos ha tenido un repunte en los meses de mayo y junio, coincidentes con los picos en el periodo reproductivo animal, especialmente en el caso de las aves, principales beneficiarios de la atención dispensada en el CREA, lo que lo ha convertido en los últimos años en un centro de referencia dentro de la red andaluza para este tipo de atenciones. No en vano, el 32% de los ejemplares que han llegado al centro son, en su mayor parte, aves atendidas por caídas del nido, el abandono de los padres o la pérdida del hábitat en el cual crían. En un 24,65% de los casos que han llegado hasta el “Quiebrajano” son animales que han sufrido colisiones con alambradas o atropellos. Otras causas comunes son el agotamiento, la desnutrición o la depredación por otros animales.
Entre los distintos ejemplares atendidos figuran lagartos ocelados, (Lacerta lepida); erizos (Erinaceus europeus); nutrias (Lutra lutra); galápagos leprosos (Mauremys leprosa); gavilanes (Accipiter nisus), pardillos (Acanthis cannabina); azores (Accipiter gentilis); halcón peregrino (Falco peregrinus) e, incluso, un ejemplar de águila imperial (Aquila adalberti). José Castro recuerda la variedad que supone el tratamiento de especies de tan diversa índole, algunas de ellas con un elevado grado de amenazada o en peligro de extinción. “La Red de Centros de Recuperación de Especies Amenazadas han demostrado no sólo una elevada eficacia y un trabajo incansable de atención a un importante volumen de especies sino que, además, son un perfecto ejemplo de la coordinación de muchos actores, empezando por el ciudadano anónimo, que termina en sus manos, las manos de la Administración, para intentar conservar y devolver al medio natural una parte de nuestro mejor patrimonio, el natural”, ha destacado.
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