El psicólogo Robert Piret (especialista en psicología de la conducción) calculó que un 25% de la población no reúne las condiciones psicofísicas adecuadas para ser un buen conductor. Entre el 25% y el 75% está el conductor medio, que no es un gran experto, pero que es el que marca la tónica de nuestro tráfico. Después hay un grupo de conductores (entre un 15% y un 20%) de mayor nivel, bastante aficionados al mundo del motor. Su técnica es mejorable, pero tienen interés en superarse. Por último, están los auténticos “buenos conductores” (no más del 5%) que conocen perfectamente su vehículo y cómo sacarle partido.
Entre los conductores “medios” podríamos diferenciar varios tipos según sus habilidades y comportamiento al volante: Los impacientes, impulsivos y estresados, que Impiden que les adelanten, no respetan a los demás y compiten contra el resto de los usuarios. Principalmente son jóvenes, solteros de hasta 35 años (25,9%). Los que, aunque son usuarios del automóvil moderadamente preocupados, no les gusta nada conducir y no prestan atención al mantenimiento del coche (12,4%). Son personas de ambos sexos, casadas o solteras de entre 35 y 64 años. Por último, los que tienen una alta autoestima, disfrutan con la conducción, son hábiles, conducen con seguridad, son objetivos y respetuosos, no suelen tomar alcohol y comen lo justo antes de ponerse a conducir. Están entre los 36 y los 64 años y suponen el 26,9% de los conductores.
Lo curioso es que, según este estudio, la gran mayoría de los conductores españoles se consideran a sí mismos “muy buenos en la conducción” y “siempre son los demás los que cometen errores e imprudencias”.
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