Al menos, fue la forma con la que Pilar Sánchez pretendía pasar página en uno de los momentos más delicados de su presente mandato, después de que el tema de los asesores y su coste económico se hubiese convertido en uno de los caballos de batalla de la oposición y en uno de los argumentos socialmente más recriminados al equipo de Gobierno. Pero en política no se pueden simplificar las cosas hasta esos extremos, y si las medidas aspiran a cierta reconciliación con el electorado, no han hecho sino desencadenar decepciones, maniobras y disputas internas en el seno del PSOE local, donde no sólo barajan argumentos que ponen en entredicho la oportunidad de esas mismas medidas -principalmente la del cese de los asesores-, sino que ya juegan a posicionarse de cara a un supuesto cambio de rumbo, porque lo que evidencian las dos posturas es un panorama nada alentador para Sánchez de cara a liderar con comodidad la candidatura del partido en 2011, entre otras cosas porque ahora mismo se encuentra a merced de lo que puedan exigirle sus compañeros y, especialmente, los conocidos elementos díscolos de su propio equipo de trabajo. Mientras tanto, los sufridos espectadores de tales desavenencias, los ciudadanos, siguen a la espera de la normalización de la vida política en Jerez.
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