La primera en salir fue Las Aguas desde la Parroquia de Santa Cruz, a las 16.45 horas. Una cofradía que congrega a una gran cantidad de público al salir por la grandiosidad de sus Titulares y por la expectación de verla salir desde Santa Cruz por segundo año consecutivo. San Juan Evangelista precedió los pasos del Santísimo Cristo de las Aguas y de la Virgen de la Luz. Un reguero de penitentes verdes se hacía hueco entre la multitud para dejar paso a las andas del Evangelista, dirigida este año por Juan Manuel Nondedeu.
El sol bañó el dorado del paso del Señor y la plata del paso de la Virgen, mientras la candelería se derretía al calor de las llamas que alumbran las andas de los Titulares. Una vez en la calle, el cortejo se dirigió a la Catedral por el Campo del Sur, dejando una estampa inédita para los cofrades y fotógrafos.
Y en ese momento el corazón se trasladaba a Santo Domingo para recibir a Nuestro Padre Jesús de la Salud y Nuestra Señora de la Esperanza, de la Hermandad de las Cigarreras. Las campanas del templo dominico anunciaban que los pasos estaban a punto de salir a la calle. El cortejo avanzó por Plocia y poco a poco se empezó a ver la canastilla del paso del Cristo comandado por los hermanos Martín.
El Miércoles se hace Santo en Santa María porque la Virgen irradia Esperanza por los cuatro costados.
Y de allí a la Merced para asistir a la salida de Jesús de la Sentencia. Con qué majestuosidad andó una vez más el paso del Señor. Elegancia pura por las calles de la capital y un cortejo muy buen puesto, sin perder la compostura ni el orden en ningún momento. Y detrás de Él su madre, María Santísima del Buen Fin, bendiciendo al pasar a los miles de gaditanos que pedían clemencia y justicia para su bendito Hijo.
Mientras la Señora se perdía por la Plaza de las Canastas, Angustias del Caminito salía de la capilla de Isabel La Católica con su Hijo muerto entre sus brazos.
La hermandad ultimó los preparativos del paso en la calle para, acto seguido, recorrer los metros que lo separan del convento del Corpus Christie.
La Angustia de la madre se tiñó de la atardecida que Cádiz deja cada Miércoles Santo por las Murallas de San Carlos. El cielo se rasgó en señal de luto y dolor por la muerte del Hijo de Dios. Es la manera mejor manera que Cádiz tiene para rendir tributo al altísimo, el culto divino de la ciudad para con el Creador.
Y poco a poco fueron pasando los minutos de esta Santa jornada. Las hermandades fueron entrando en la Catedral y todo transcurrió con normalidad y conforme a lo previsto. El Miércoles Santo se acababa dejando paso a la madrugada del gran Jueves Santo.
Las Aguas
Restaban quince minutos para las cinco de la tarde cuando la Cruz de Guía de la Hermandad de las Aguas se situó puntual en el dintel de Santa Cruz por segundo año consecutivo. Sin duda fue una salida bellísima en esta recoleta plaza gaditana. El primero de los tres pasos que lleva a gala esta gremial cofradía, el de San Juan Evangelista, enseguida asomó por la puerta tras varias parejas de pequeños penitente rojiverdes. El paso estrenó capataz y cuadrilla, después de la destitución de Elvira Almagro. Su sustituto, Juan Manuel Nondedeu, dio las primeras órdenes y la Agrupación de la Pasión de Jerez entonó los primeros acordes musicales. A continuación empezó a salir un reguero de túnicas negras y capas color agua. El imponente misterio que talló el recordado Antonio Martín, deslumbró con su bello canasto, y las plumas del romano anunciaron que el Señor de las Aguas estaba apunto de bendecir a Cádiz. Maravilloso crucificado el que nos dejó Francisco Buiza, que salvó la puerta de Santa Cruz y se alzó al cielo de Cádiz. La agrupación Hermanos Cirineos interpretó sus primeros sones este año en Cádiz con el Santísimo Cristo que comandó la cuadrilla de Gerardo Navarro. Pero la Luz de la tarde llegó bajo palio. El paso cada año está más hermoso con la restauración de sus bordados, que este año ha continuado con la trasera del mismo. La Banda de Villaba del Alcor, todo un clásico tras la Señora, interpretó el Himno Nacional, mientras Paco Coto arengó a sus hombres y la cofradía al completo se puso en la calle. El campo del Sur se convirtió al punto en un lugar codiciado para ver a esta cofradía.
Cigarreras
El Miércoles Santo en Santa María es día grande, y eso se notó ayer en el Barrio. Desde primeras horas de la tarde, todo es un ir y venir de penitentes, cargadores, gentes en general, que no se quiere perder la salida de la Hermandad Cigarrera. A las cinco y cuarto se puso en marcha el cortejo morado que precede al Señor de la Salud buscando la calle Plocia, punto álgido del recorrido. El paso del Señor comienzó a salir comandado por Paco Martín, que junto a su hermano Tomás, cumplen quince años con esta cofradía. Sonó el himno nacional y el barrio respondió con una ovación, y cada uno buscó la Salud tan necesaria en el rostro del Señor. Su barrio quiso aliviar la burla de los sayones a sones de marcha procesionales y saetas, y para ello la Agrupación Sagrada Cena entonó las primeras marchas procesionales. El Señor bajó el Compás de Santo Domingo y la gente aplaudió el trabajo de los cargadores, y aunque estemos en el ecuador de la Semana Santa todavía hay muchas ganas de procesiones.
El verde es el color protagonista ahora, hasta en los bellos ojos de la Virgen de la Esperanza. Que bonita luce esta bella Dolorosa que tallara Luis Álvarez Duarte, y que cada año congrega a más gente en su salida. La Banda del Nazareno de San Fernando interpretó el Himno Nacional y afloraron los sentimientos. El paso realizó la primera maniobra, y comenzó el recorrido hasta la Catedral, pero antes, en al antigua fábrica de Tabacos, hubo lugar para el recuerdo. Bellísimo momento que nos regala todos los años esta Cofradía en este lugar histórico de su recorrido. Más de una lágrima se escapa de los ojos de los presentes y otro año más se reviven momentos esperados. Un momentoque volvió a repetirse unas horas después, cuando el Miércoles Santo va llegando a su fin en Santo Domingo.
Sentencia
Desde mucho antes de ponerse la cofradía en la calle, no cabía un alfiler ni en la Merced ni en la plaza de las Canastas. Nadie quiso perderse a una de las cofradías del barrio, que puntualmente se pone en la calle. Los hermanos penitentes comenzaron a cubrir de morado la cuesta de la Merced, que cada año es más numeroso, y la gente se impacentó por ver al Señor de la Sentencia y a su Madre del Buen Fin. Dificultosa la salida del paso de misterio, que en pocos instantes se encuentra en la calle, y la brisa acaricia el pelo del Señor. La banda del Rosario, binomio indisoluble con la cuadrilla del Señor, interpretó el himno nacional. La plaza se rompió en aplausos, mientras los hombres de Francisco José Gallardo colocaron las patas y ponen a punto las andas. Primerá levantá y primera vuelta. Como anda este paso de misterio, cada año se supera, y la gente vibra con cada movimiento que le imprimen sus cargadores, que con los sones impecables de Rosario lo hacen espectacular. Ver bajar poco a poco el maravilloso barco es de las estampas más bellas de nuestra Semana Mayor. Abajo, la plaza de las Canastas bullía ferviente por ver el misterio de la Sentencia, y mientras en la Iglesia, los capirotes color guinda que preceden a su Madre del Buen Fin anunciaron la llegada de la Señora. No menos laboriosa es la salida del paso de palio. En pocos minutos la maniobra estuvo lista, y la Virgen que tallara Laínez Capote bendijo a su gente. La banda de Puerto Real, la del Maestro Álvarez Hidalgo, puso música al momento, mientras el palio rojo se alzó y busca los pasos de su Hijo. A la vuelta, el barrio lo recibió igual que lo despidió, para vivir momentos inolvidables.
Las Angustias
El broche de oro de cada Miércoles Santo hizo su salida desde la recoleta capilla de la calle Isabel la Católica. La portentosa talla de la Virgen de las Angustias, como cada año, volvió a poner la nota austera y de negro de la jornada. Un rato antes de la hora fijada, el paso de la Señora se terminó de montar en la calle, y el cortejo penitencial se organizó en la Iglesia del Corpus Christi de la plaza de Argüelles. Largas filas de penitentes acompañaron cada año a la Virgen, a lo que hay que añadir la gran cantidad de penitencia que siguió el paso de la Señora. El olor a incienso es el preludio que indica que el paso de la Señora ya se acercaba a las murallas de San Carlos. Como cada año las monjitas le cantaron la Salve, con las calles atestadas de público. Jose Luis Pájaro comandó la cuadrilla de cargadores que llevó ese paso de horquilla tan característico que da personalidad al andar de este paso de misterio. La capilla musical Trivium puso sones dulces y luctuosos a la maravillosa escena, mientras a la Virgen le dan los últimos rayos de Sol del atardecer de la Alameda. La Virgen buscó Isabel la Católica, y a su regreso dejará momentos inolvidables por el Tinte San Francisco.
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