Éste es uno de los muchos datos que aportan las organizaciones que integran la Mesa del Empleo Doméstico, nacida a finales del 2005 y que, en vísperas del Día del Empleo Doméstico (30 de marzo), se relanza este mes con la incorporación de la Asociación Mujeres Unidas Contra la Violencia de Género y Accem que se suman a las entidades ya existentes: Cáritas Diocesana, Ceain, Fundación Secretariado Gitano y el comedor de El Salvador.
Esta Mesa, abierta a la participación de los sindicatos, tiene como objetivo “dignificar el oficio de empleados y empleadas del hogar de modo que puedan realizar su trabajo en igualdad de condiciones que el resto de trabajadores”. Así, considera que “es preciso sensibilizar a empleadas/os y empleadores. Es preciso reconocer el trabajo en el hogar como lo que es, una verdadera profesión”, explica.
En relación a los datos aportados por las citadas entidades, se puede observar que el número de ofertas total que llegaron en 2009 fueron 134, de las cuales sólo 20 cumplían todas las condiciones (15%) y el resto, 114 (85%), ni tan siquiera se regulaban por un contrato laboral. Comparando estas cifras con las recogidas en 2006 por la Mesa, se advierte además “una disminución importante en cuanto al número de ofertas, casi la mitad”. También destaca como novedad que “se están incorporando personas autóctonas a este sector, cuyo perfil en muchos casos se corresponde con el de personas de origen extranjero que ya venían desarrollando esta actividad con una cualificación media y/o experiencia en otras profesiones”.
Además, la Mesa aprecia que “no se corresponden las ofertas con las demandas, ya que los/las empleadores buscan personas internas y los/as demandantes buscan ofertas externas”. Respecto al perfil de los empleadores, los colectivos dicen que “suelen ser familias de medio o bajo nivel económico, que no pueden atender el hogar o a un familiar por estar integrado en el mercado laboral”. Con este estudio, Ceain, Cáritas, Fundación Secretariado Gitano, Asociación de Mujeres Unidas con la Violencia de Género y Accem ponen de relevancia que “el envejecimiento de la población, la incorporación de la mujer al mercado del trabajo formal, el incremento de personas con dependencias permanentes o transitorias y la insuficiencia de servicios públicos de cuidados, entre otros factores, está provocando una necesidad creciente de personas dedicadas al empleo doméstico”. Ante esta situación, las entidades, sensibles a esta realidad, crearon la Mesa del Empleo Doméstico como un espacio permanente de diálogo, análisis y colaboración sobre este sector, que se materializó en un acuerdo local en mayo de 2006 por la Dignificación del Empleo Doméstico.
Por último, destaca que este sector laboral actualmente cuenta con unas condiciones laborales “precarias” y se encuentra “infravalorado”. Las normativas que lo regulan “llevan décadas sin revisarse y contienen graves discriminaciones injustificadas: sin derecho a desempleo; sin formalización de contrato; exceso de horas de trabajo; indemnizaciones menores; reducción de pagas extraordinarias; sin permiso por lactancia; retribución limitada al Salario Mínimo Interprofesional, etc.”
“Mi miedo es que la chica se caiga y se rompa algo”
Se podría llamar Sonia, Juana o Antonia, pero prefiere preservar su identidad porque esta empleadora que llamaremos Ana no tiene asegurada a su empleada del hogar a la que contrató con un simple apretón de manos. “María (nombre ficticio) me ayuda en las tareas del hogar; barre, friega, limpia el polvo, tiende,...” y dice que no la ha dado de alta porque “sólo viene un par de días a las semana”.
Aunque para la familia de Ana, María ya es como una más de la familia, nunca se han planteado darle pagas extras o vacaciones, aunque “sí me da mucho miedo que cuando está limpiando los muebles, se caiga y se rompa algo”, puesto que ella sólo cobra por hora trabajada y, al carecer de contrato, una baja médica terminaría con sus ingresos que, según casa, oscilan entre 6 y 9 euros por hora.
La crisis, según María, también ha menguado tanto la demanda de empleo porque “ahora tengo menos casas” como los ingresos, puesto que dice que cada vez son más las familias que regatean el precio que ella tiene que cobrar. “Y es que parece que muchos no valoran lo que nosotras hacemos”, un empleo en el que también corren muchos riesgos que podrían terminar con su futuro laboral de un plumazo al carecer de prestaciones sociales (asistencia sanitaria, maternidad, jubilación,...).
Eso sí, María, que ya ha cumplido 40 años y que también es madre de familia, tiene la lección bien aprendida por lo que cobra por semanas, “nada de por mes que después hay quien dice que ya no tiene dinero”, comenta esta empleada ‘sin papeles’ que en los últimos años también aclara que ha tenido que competir con otras mujeres, sobre todo llegadas del extranjero, que cobran menos dinero “porque lo tienen que mandar a su país”, acentuando aún más la precariedad laboral de este sector que tampoco vive un buen momento a cuenta de la crisis (aumentan las demandas de empleo frente a una reducción drástica de las ofertas en la ciudad).
Además, su carta de presentación siempre ha sido la misma: el boca a boca; el comentario de un familiar que le dice a otro que sabe que María limpia para a un conocido y “lo hace bien y a muy bueno precio”, siendo éste su mejor currículo si quiere ser contratado en poco tiempo.
según la normativa vigente
A la vista está que la mayoría de los empleadas/os del hogar no trabajan rigiéndose por el Real Decreto 1424/85 de 1 de agosto BOe 13 VIII-85, que es la normativa reguladora del servicio del hogar familiar. Según la normativa que rige en el sector, en el contrato laboral “las partes pueden escoger cualquiera de las variantes que admite el Estatuto de los Trabajadores”. De hecho, “cuando no hay contrato escrito, se entenderá que el contrato es de un año y se prorrogará por años sucesivos si el empleador no notifica al empleado al menos siete días antes del vencimiento de año de su decisión de no prorrogar el contrato”.
En el caso de María, que lleva a cabo servicios puntuales en determinadas casas, debería cobrar 10 euros/ hora (la hora extra a 8 euros día, 10 euros noche). Así, si trabajara 8 horas un festivo debería pedir 90 euros y 102 euros si estuviera un día y medio interna (365 mensual). De trabajar un fin de semana completo sería 127 euros (416 mensual)y de acompañar por la noche a otra persona, el precio sería 60 euros (70 euros con cuidados).
Según los salarios establecidos, el régimen interno rondaría entre 815 y 865 euros (8h/día de lunes de lunes a sábado) y si el régimen fuera externo serían 645 euros (8h/día de lunes a viernes), siendo éstas tan sólo dos de las modalidades posibles, que se acompañarían de dos pagas extraordinarias al año, seguridad social (a cuenta del empleador y trabajador), descansos y vacaciones, y un sinfín de prestaciones sociales de las que actualmente carecen porque desempeñan un empleo que en pleno siglo XXI sigue estando mal visto.
Muchos hombres se ven obligados a cambiar el ladrillo por la fregona
La crisis ha empujado a que el perfil del empleado/a del hogar haya cambiado en los últimos meses ya que si antes eran en su mayoría mujeres las que estaban dispuestas a aceptar este trabajo caracterizado por la precariedad laboral “ahora destacamos como novedad que apreciamos el incremento de hombres que optan por eta salida laboral”, explica la Mesa del Empleo Doméstico. Y es que después de que la economía se haya visto seriamente perjudicada a cuenta de la recesión, muchos hombres que antes se dedicaban al ladrillo, ahora tienen que solicitar empleo en el hogar tras el desplome del sector de la construcción, por lo que cada vez son más los demandantes que se enfrentan a unas ofertas cada vez más limitadas.
En concreto, la Mesa concreta que por esta salida laboral se decantaron el 13% de los hombres, que aumentaron en número durante el pasado 2009 aunque evidentemente siguen siendo las mujeres las que abanderan este sector (87%). Ahora, parece que barrer, fregar, tender y cuidar de los mayores o niños se ha convertido en una salida que deja de tener sexo y procedencia.
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