Este dispositivo, diseñado por el astrónomo del Observatorio Astronómico de Calar Alto (Almería) y presidente de la empresa tecnológica ITEC Astronómica, Jesús Aceituno, se basa en una lente de ojo de pez y en un conjunto de filtros y elementos electrónicos de alta sensibilidad que registran el impacto lumínico en la bóveda celeste en el periodo de tiempo requerido.
Este sistema, denominado Astmond y patentado por este astrónomo español, es el primero en su género que cataloga la intensidad y características de la contaminación lumínica, ayudado de un complejo programa informático.
Tras su implantación en Doñana, el sistema Astmond se desplegará en otros recintos científicos y observatorios astronómicos españoles para el seguimiento de la calidad de la visión nocturna.
El director de la ICTS de Doñana, el investigador de la EBD Juan José Negro, ha destacado a Efe que la contaminación lumínica no sólo preocupa a los astrónomos, que han visto como en los últimos años han perdido la calidad de los cielos en los que trabajan, sino, también, de los naturalistas, a quienes les preocupa el impacto de la polución lumínica nocturna en el comportamiento de especies animales y vegetales.
"La contaminación lumínica nos preocupa muchísimo a quienes estamos involucrados en conservación de la biodiversidad porque afecta a los animales y plantas, con efectos variados que se traducen en desorientaciones para aves marinas y tortugas, que se confunden con las luces, varían las direcciones que deben tomar, cambian sus comportamientos y, a veces, eso le produce la muerte", ha destacado Negro.
En su opinión, la preservación de cielos libres de contaminación lumínica supone "la cuarta dimensión" de la conservación de la biodiversidad, que ya ha afrontado tres etapas anteriores: la protección de los espacios naturales; la de las especies, y la de atmósfera frente a gases contaminantes.
Las mayores fuentes de contaminación lumínica que padece el Espacio Natural de Doñana -integrado por las más de cien mil hectáreas que suman los parques nacional y natural del mismo nombre- son las emisiones de luz del enclave turístico de Matalascañas y de la aldea de El Rocío, colindantes a este espacio protegido y el halo lumínico procedente de las áreas metropolitanas de Sevilla, Huelva y Jerez de la Frontera (Cádiz), distantes unos cincuenta kilómetros.
Varios estudios han relacionado la muerte de especies de aves, tortugas y cetáceos que erraron sus rutas migratorias con los efectos de la contaminación lumínica que también afecta al comportamiento de animales nocturnos, como algunas rapaces y los murciélagos.
El astrónomo Jesús Aceituno ha subrayado a Efe que la contaminación lumínica no sólo amenaza la actividad de los astrónomos sino que también modifica los biorritmos de las especies y evidencia "un derroche económico".
"La contaminación lumínica se mide como la fracción de luz que se dispersa por la atmósfera, lo que se puede entender como un desperdicio de los sistemas de iluminación pública", ha apostillado.
Negro y Aceituno han reivindicado también los valores culturales y estéticos que aportan los cielos libres de contaminación lumínica nocturna y ha advertido de que más del noventa por ciento de la población urbana ya no puede observar la vía láctea.
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