Vocaciones

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A medida que los días van pasando sobre nuestras cabezas, la persistente lluvia nos colapsa y empapa las ideas. En el despertar de la mañana, los adolescentes se apiñan-desordenadamente-alrededor de los institutos y se emparejan, abrazados o lánguidos de besos, junto a las tapias grisáceas y las verjas.
Los profesores bajan de sus autos, hoscamente, cuarenta años –o más-sobre sus cansadas espaldas, desilusiones vertidas a pie de enseñanza y dolor de callos, de tanto explicar- una y otra vez- lo mismo, a un auditorio, sordo de aspiraciones. Nos querríamos ver en sus ojos, de adolescentes, de quince años y en verdad que les envidiamos –desde nuestra posición, desde nuestra experiencia adquirida-su libertad, su inocencia, en suma, la juventud que derrochan y por la que tanto suspiramos. No somos más que vampiros envejecidos y rotos por la vida, inconscientes padres del tiempo vivido a los que la esperanza nos besó un día y nos abandonó al siguiente, levantándose de nuestra cama y yéndose en busca de otro amante, más efímero y complaciente que nosotros. Perdimos la vocación de soñar al mismo tiempo que los profetas, la de creer en Dios, por encima de todas las cosas, convirtiéndose en ciudadanos de derechos y deberes, de mosca sobre la oreja y de mortales aventuras. Perdimos la esencia al mismo tiempo que los maestros las ganas de enseñar, que las madres de parir hijos, que los cocineros de inventar recetas, que los mártires de sufrir y que los emigrantes sin papeles, de mojarse la espalda... Estamos todos, llenos de hastío, hastiados de luchas fraternas , enfraternados con el dinero que nos hace perder la conciencia y concienciados en vivir , solo para nuestra propiaexistencia. Perdimos el compas de los pasos de baile, que aprendimos en el útero de nuestra madre y así nos va ,cabeceando como idiotas , por un mundo que es enorme y que creemos , en nuestra arrogancia, que es muy pequeño Ya casi nadie se preocupa por el trabajo bien hecho, porque nos sabemos sustituibles y perecederos, estando en un trabajo del que no sabemos si nos echarán mañana y no nos preparamos –con denuedo y esfuerzo-para no darle encima la satisfacción al empleador, de despedir a uno que está aún más preparado, para el trabajo del que nos han volado.Hemos dejado de sonreír y se nos ha acabado la energía , al tiempo que la ilusión o las ganas, y lo que es aún peor, nadie se ha dado cuenta, porque cada uno mira para su propio ombligo , para su propia gloria, para sus pequeñeces y necesidades pueriles, que no es más que una búsqueda infantil de mamar , de la teta infinita y de sentirse querido , sin treguas. Y sin embargo, el día se preña de azules, de malvas, de rosados y de violetas, la noche se esconde entre las nubes y amanece un día- más- llorando por los sueños que dejamos rotos o aparcados, por los besos que no dimos, por las esperanzas que no cosimos, al forro de nuestra almohada. Los profesores ya han entrado en el instituto y dan clase a un auditorio esquivo y replegado, que añora los besos de hace unos segundos, la cita que se perdió y la bronca -bajo el paraguas- sin que se sepa muy bien, elmotivo. Todos, hemos dado cuerda al reloj , con nuestros pasos, con los cláxones de los coches , al odiar pararse ante un peatón ,que va cruzando, yendo al trabajo , del que nos echarán o jubilarán , con un contrato basura, que vence o se caduca, rompiendo nuestras ilusiones de comprar zapatos nuevos para nuestra hija, hastiándonos y partiéndonos en dos la esperanza, al ver al inútil que han contratado en nuestro lugar, llevándonos a soñar con la lotería, el número de los ciegos o la primitiva, lo que sea, que nos evada de esta vida, de minutos y segundos, que se nos cae encima.

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