La letrada que representa los intereses de la niñera boliviana acusada de dejar solo durante casi 48 horas a un niño de ocho años con parálisis cerebral que murió en su ausencia por falta de asistencia manifestó hoy en la primera sesión del juicio que ha comenzado en la Audiencia Provincial de Sevilla que su clienta "era una persona inmadura, introvertida y con escasas luces", a la que "se le dieron más responsabilidades de las que era capaz de soportar".
En los minutos previos al comienzo de la declaración de la procesada, para quien el fiscal reclama diez años de prisión por un delito de homicidio, su letrada se dirigió al jurado popular encargado del caso para defender la inocencia de su representada ya que, a su juicio, "Irene hizo lo que podía hacer. Su problema fue que no se le presentaron alternativas" y "no tuvo capacidad para evitarlo". Para la abogada, la inculpada "no pudo evitar los acontecimientos, que fueron fruto del infortunio y del azar".
En esta línea, agregó que el "fallo" de los padres fue encargar el cuidado de su hijo enfermo a una empleada del hogar "con nivel intelectual bajo y sin conocimientos ni cualificación especial para cuidar a un menor enfermo". "Lo único imputable es dejar solo su puesto de trabajo", apostilló.
Ya en su declaración, la acusada relató que fue contratada en el mes de junio de 2006 para "atender las labores de la casa" y para "dar de desayunar y llevar a la parada del autobús a dos de las hijas menores del matrimonio (tenía tres hijas y el pequeño fallecido)".
En este sentido, explicó que a la semana de entrar a trabajar comenzó a dar de "comer y beber" a la víctima, un niño de ocho años totalmente dependiente por su enfermedad que "no podía moverse ni hablar". Los fatales hechos ocurrieron mientras los padres se encontraban de viaje familiar en Ceuta a finales del mes de agosto de 2006. "La señora me dijo que se iban a Ceuta y yo le dije que me daba miedo quedarme" con el pequeño "porque le daban ataques", prosiguió la inculpada, quien dijo que no recibió "instrucciones para el cuidado" del menor.
Así las cosas, a preguntas del Ministerio Fiscal, Irene C.C. explicó que el fin de semana que concluyó con la muerte del pequeño había comenzado en la tarde del sábado del 26 de agosto, cuando sacó al niño al parque para luego "cambiarle el pañal, darle la cena y llevarlo a la cama, donde se quedó dormido sobre las 22,30 horas".
"Luego me duché, hablé con la señora y sobre las 00,00 horas fui a casa de una amiga a distraerme un poco, aunque yo no tenía pensado ir a ninguna discoteca", manifestó la acusada, que apuntó que fue a la discoteca sobre las 2,00 horas, si bien explicó que "pensaba regresar pronto a casa".
"Conocí a un chico de Ecuador -un testigo que ya ha fallecido- y me invitó a bailar. Le dije que me iba a casa porque tenía que trabajar y él me dijo que no me fuese, que le diese las llaves y que él me llevaría a casa", añadió Irene antes de relatar que fue al servicio de la discoteca y al salir "el chico al que le había dado las llaves ya no estaba".
“No llamé a la Policía por miedo”
Así las cosas, la procesada aseveró que estuvo buscando al joven durante toda la noche y durante todo el domingo por la Macarena, ya que era el único dato que tenía del recién conocido, que vivía en ese barrio. A preguntas del fiscal sobre si no se le ocurrió llamar a la Policía, la inculpada dijo que sí, pero no lo hizo "porque tenía miedo", dado que su estancia en España no estaba regularizada en aquel momento.
Ya en la noche del domingo, Irene recibió una llamada de los padres del pequeño para preguntarle cómo iba todo. "Les dije que estaba todo bien porque yo pensaba que encontraría las llaves", añadió.
El lunes por la tarde regresaban a Sevilla sus jefes e Irene, que volvió a recibir una llamada de éstos, les dijo "llorando" que su madre, que estaba en Bolivia, "había muerto". "Llegué a casa por la noche y la Policía, que me detuvo, me dijo que el pequeño estaba muy grave en el hospital", apostilló la acusada, que concluyó que ella pensaba "que podía estar mal" pero "nunca" pensó que "podía morir".
Dentro de su declaración, Irene manifestó que se está en España porque "quería estar lejos de Bolivia" ya que, según relató, fue "violada por su tío cuando tenía ocho años". "Creía que alejándome podría superarlo", sentenció.
La madre del fallecido confiaba en ella plenamente
La madre de la víctima fue el primero de los testigos que prestó declaración en el juicio, donde ha manifestado que tenía referencias de la acusada por una monja de una fundación sevillana, quien las puso en contactos para que trabajara en las tareas de la casa y en el cuidado del pequeño.
"Irene le daba las comidas, la medicación y lo sacaba de paseo" ya que su hijo, que "hacía vida de bebé en una sillita de ruedas", "no precisaba los cuidados de una enfermera", explicó la madre, quien dijo que "todos los controles médicos estaban bien". "Para mi hijo siempre se procuró lo mejor. Ella me brindó total confianza porque era muy cariñosa. Yo no tenía ninguna queja. Confiaba en ella plenamente porque era una chica muy formal", sostuvo.
Finalmente, la testigo, que relató que encontró a su hijo "con los ojos vidriosos" cuando llegó a casa y que dio un grito desde el noveno que se escuchó en la calle, manifestó que "hay que tener sangre fría" para "abandonar a un niño para que se muera de hambre y sed".
En el juicio, que continuará con la declaración de más testigos y con las pruebas periciales, el Ministerio Fiscal y la acusación particular reclaman diez años de prisión por un delito de homicidio, mientras que la defensa solicita la libre absolución de su defendida.
Acusación
El fiscal defiende en su escrito de acusación, al que tuvo acceso Europa Press, que la imputada fue contratada por los padres del pequeño "para ayudar en las tareas del hogar y para encargarse del cuidado de su hijo", que padecía parálisis cerebral y no podía "valerse por sí mismo en absoluto, precisando ayuda de otras personas para todas sus necesidades", ya que "ni siquiera hablaba".
Así las cosas, desde el 21 de junio de 2006 la acusada comenzó a vivir en el domicilio de los padres del menor sito en el barrio de Nervión, donde también residían otros tres hijos del matrimonio menores de edad. Ya en el mes de agosto la familia organizó un viaje a Ceuta "tras concretar con la procesada que ella se quedaría en el domicilio familiar al cuidado del menor".
De esta manera, el 23 de agosto de 2006 la madre de la víctima partió hacia Ceuta con dos de sus hijos, dejando al tercer hermano del ahora fallecido en casa de unos familiares. A los dos días fue el padre quien partió hasta la ciudad del norte de África, "no sin antes dejar preparada la dosis de medicina que tenía que tomar el pequeño" hasta que la familia regresara el lunes día 28.
El fiscal prosigue que la imputada permaneció en el domicilio cuidando al pequeño hasta las 1,00 horas del 27 de agosto, momento en el que tras proporcionarle la alimentación, bebida y medicina que necesitaba "decidió abandonar al menor para irse a bailar a una discoteca".
Ya en la tarde del lunes incluso recibió una llamada de los padres del menor en su móvil "y en vez de comunicarles la situación no les dijo nada". Sobre las 20,00 horas la familia llegó a su domicilio y encontró al pequeño sobre la cama "con claros síntomas de deshidratación, trasladándolo rápidamente hasta el hospital Virgen del Rocío, donde ingresó ya fallecido". La causa de la muerte se debió a la deshidratación sufrida al permanecer sin bebida y perdiendo líquidos.
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