Viveros Olmedo se ha convertido sin duda en el símbolo de la destrucción provocada por el fuego localizado en el entorno del monasterio de la Cartuja.
El complejo ha sido literalmente arrasado por las llamas. La familia Olmedo está recibiendo múltiples muestras de apoyo, pero a pesar de ello se siente “destrozada” porque el incendio se ha llevado “al garete” medio siglo de trabajo.
“Es toda la vida de nosotros, son 50 años de trabajo y se han ido al garete en un momento. Ahora no tenemos nada ni sabemos qué hacer”, lamenta Manuel Olmedo mientras apenas puede contener las lágrimas.
A pesar de que apenas han transcurrido unas horas desde el siniestro y del “desastre” que supone la pérdida de una explotación con 3.000 metros cuadrados de superficie, la familia tiene claro que va a trabajar para recuperar su negocio. “Tenemos que hacerlo porque esta es nuestra vida, nuestros hijos, nuestros nietos… No puedo ni hablar”, comenta Manuel Olmedo con voz entrecortada.
El día después del incendio está resultando especialmente duro, a la espera de que mañana viernes aparezcan por el lugar los peritos de la compañía aseguradora y se empiecen a dar los primeros pasos para la recuperación del vivero.
Queda el consuelo de que “los teléfonos no paran de sonar” y eso es señal inequívoca de que muchas personas están mostrando su cariño hacia la familia, pero sobre todo queda la sensación de que la tragedia pudo ser mucho peor, ya que apenas unos minutos antes de que aparecieran las llamas abandonaron la casa anexa al vivero una de las hijas de Manolo Olmedo junto a sus dos hijos.
“Salieron de aquí antes de que empezara todo esto y por unos minutos no les cogió en la casa. Después de todo, lo que ha ocurrido se puede reponer, pero ya la muerte de alguno de nosotros hubiera sido…”.
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